Apenas pasamos los primeros días del año y después de la apertura comercial por épocas decembrinas y ya comienzan a verse los problemas financieros en los diferentes sectores económicos en el país, es fácil dilucidar que aunque todos hemos sido afectados de alguna u otra manera los cierto es que la industria de construcción, turística y de servicios -principalmente restauranteros- son los que mas le han sufrido con esta pandemia. De acuerdo con el INEGI, hasta octubre del año 2020, la recuperación en el sector servicios solo se vio en los sub-sectores inmobiliario y de salud -sin tomar en cuenta el sector financiero-, por lo que los servicios en general presentaron un retroceso generalizado del 17.5%, el cual seguramente debió tener cierta recuperación hacia finales del año pasado, sin embargo, gracias a la vuelta en semáforo rojo esto parece no ser alentador para estas actividades. La discusión en sí, es si se debe permitir o no la apertura de los negocios de este tipo, restaurantes básicamente y en este sentido le platico la importancia de esta decisión en tres puntos; el primero de ellos tiene que ver con la cantidad de empleos que esta industria aporta a la economía, por lo que el cerrar -aunque de manera temporal- acrecentaría el riesgo de cierre de empresas con la consiguiente disminución del ingreso de la población. Como punto numero dos se puede mencionar que al darse el cierre de estos establecimientos no solamente se pierden empleos, el ingreso de gobiernos también se verá mermado, cuando una cantidad importante de empresas dejen de generar y de pagar sus respectivos impuestos, por lo que de alguna manera el gasto del gobierno se verá disminuido. Finalmente, estas actividades se podrían mantener de alguna manera abiertas para tratar de matener el ingreso y los empleos que bien ayudan en esta situación, siempre y cuando se llevára a cabo con las medidas de higiene y seguridad necesarias, el problema es que pensamos que los únicos responsables de esta seguridad son los propios establecimientos, cuando se trata de una corresposabilidad, de los negocios con la aplicación de normas, de nosotros -los consumidores- al acatarlas y del gobierno al revisar e informar de forma verídica lo que sucede y sobre todo del predicar con el ejemplo. Por cierto la vacuna no es un pasaporte a la normalidad, todavía falta tiempo para que esto pase. @Oliver_Arroyo