Los precios de la oferta de vivienda se basan en la percepción de su costo por parte de los residentes y se determina por el valor de cada una de sus amenidades. Las cuales, a su vez, están correlacionadas con el entorno de cada zona y el momento que vive cada ciudad del país. La pandemia por Covid-19 abrió un amplio abanico de nuevas oportunidades para resolver estos problemas de medición de valor de la vivienda, así como crear una mejor oferta residencial que potencie el bienestar de la población. Esta crisis también mostró un mapa global de plazas y zonas emergentes que responden a nuevos esquemas comerciales, sistemas de cotización residencial y burbujas de precios locales en estos submercados locales del país. Aunque, la pandemia se ha traducido en una crisis económica global con implicaciones en la realidad residencial y la oferta de vivienda, el nuevo paradigma habitacional permite edificar nuevos esquemas, atributos y amenidades que se adapten a problemas críticos. Las nuevas amenidades deberían:

Producir mejores espacios para sus habitantes

Aumentar el plazo de uso

Hacer un uso funcional e intensivo de la infraestructura y servicios

Responder mejor a futuras contingencias

Desarrollar nuevos espacios de confort

Potenciar una mayor sustentabilidad

Los beneficios

El desarrollo de mejores esquemas hedónicos de precio-calidad, tiene la bondad de evaluar mejor aquellas amenidades de moda:

Servicios para mascotas

Terraza

Calefacción

Aunque actualmente, los estacionamientos, seguridad y elevador son los atributos más valorados de las viviendas. Hoy, el mercado cuenta con mejores esquemas de precios y cotización, gracias al uso intensivo de los modelos hedónicos de precios. Donde cada nuevo residente del mercado paga un precio por la unidad integral y, a su vez, evalúa cuál es el valor que pagaría por las amenidades o cada nuevo atributo de su nueva vivienda. A su vez estos precios son más precisos ya que también consideran cada desamenidad —como ruido, variaciones de temperatura o contingencias—. Lo cual permite capitalizar beneficios a largo plazo, por la utilización mejores insumos a un costo mínimo para edificar. Por ejemplo, en México tenemos que mejorar la seguridad es un problema de alta relevancia urbana. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana-INEGI al mes de octubre 2020, el 67.8 por ciento de la población consideró que vivir en su ciudad es inseguro. Este panorama hace que la seguridad privada sea una amenidad cada vez más apreciada. En suma, las preferencias comerciales por las nuevas amenidades responden a las tendencias actuales de habitabilidad planteadas para solucionar los problemas en cada plaza del país. La crisis actual debería significar una oportunidad para empoderar aún más a los residentes y usuarios inmobiliarios. Quienes hoy tienen una mayor noción sobre cuánto deben pagar por cada amenidad y atributo en su casa. Este objetivo se logra con base en estrategias para crear mejores prototipos de vivienda que permitan edificar nueva oferta. Aprovechando los insumos y materiales típicos de construcción, que son abundantes en cada plaza del sistema urbano nacional. Lo que permite definir mejores precios de vivienda con mayor impacto en el bienestar para la población.

-- Excélsior