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Al concluir su periodo se satanizo su “loca idea” al grado de ser un ejemplo de lo que no se debia hacer en el Gobierno.
23:33 martes 10 septiembre, 2019
ColaboradoresEn el 2006 el Presidente Felipe Calderón aposto a la llamada “guerra contra el narco” como bandera sexenal de su administración, buscando que el repudio de los ciudadanos que fueron, son y seguían siendo afectados por la delincuencia, encontrara alivio a los mensajes, acciones y resultados de todos los esfuerzos del aparato gubernamental. Y así fue como se inició esta “guerra” que durante 6 años fue el motivo de grandes desgracias en las familias mexicanas, aparejadas a la desgracia que sería no actuar contra los delincuentes que ahora no solo vendían droga, sino que también atentaban contra las familias vía, secuestros, homicidios, robos y extorsiones, que obligaron al Ejercito a salir de sus cuarteles durante más de 10 años.. Esta apuesta también motivo una campaña paralela de la oposición a estas mismas acciones, que además comenzaron un conteo de muertes de inicio a fin de su mandato. El atrincheramiento y respuesta agresiva de los grupos de la delincuencia organizada, agrandaron el rechazo social a esta “guerra” que se decía fue mal planeada para finalizar deteriorando la popularidad de Calderón y convertirse en el motivo de la salida de su partido del Poder Ejecutivo. Al concluir su periodo se satanizo su “loca idea” al grado de ser un ejemplo de lo que no se debia hacer en el Gobierno. Y así fue su sucesor no continuo con esta, sin embargo si mantuvo al ejército como contrapeso al deterior de la confianza de las corporaciones policiacas municipales, estatales y federales que ya se habían contaminado. Estados como Coahuila, Veracruz y Tamaulipas, además de Guerrero y Michoacán sufrían los estragos. Y fue en uno de estos estados más ofendidos por la delincuencia, donde no se ha podido mermar los daños contra los ciudadanos, donde el Presidente López Obrador solamente pudo manifestar su repudio con un “fuchi, guacala” que se convirtió en la mofa de la opinión pública. Aceptaba que aunque no se había terminado con la delincuencia, esta había disminuido “antes estaba peor” decía y un silencio se escuchaba seguido de una sugerencia parta los delincuentes. Ya todos nos portemos bien, ya al carajo, “fuchi, guacala”! Es claro que las políticas públicas en cuanto a la procuración de la seguridad de los mexicanos no puede ser tan contrastante, ni podemos pensar en que la única apuesta sea librar una guerra contra el narco, pero tampoco podemos pensar que con un “fuchi, guacala” los delincuentes reflexionaran y cambiaran sus acciones.
Jorge Armendáriz Gallardo
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