Vínculo copiado
En un país corrupto, tanto como en uno más o menos honesto, da igual lo público que lo privado, lo particular que lo gubernamental, al final todos somos harina del mismo costal.
00:15 lunes 28 octubre, 2019
ColaboradoresEn cosa de cuatro fines de semana me chuté, del latín chutarum, la serie española "Vis a Vis", que alude a las entrevistas de los presos con personas externas ya sean íntimas o regulares. El tema es el carcelario y encierra una crítica fuerte para el sistema penitenciario que han venido adoptando países sobre todo desarrollados y con tendencia económica claramente neoliberal. Pues con el riesgo asumido de someterme a su siempre superior juicio, le refiero y recomiendo tal obra, que consta de varias temporadas y que al llegar a los últimos capítulos empieza tocar los límites con lo fantasioso, pero sin embargo se mantiene en lo verosímil cuando uno considera el alcance que puede tener el dejar en manos privadas la ejecución de las sanciones penales, que puede ser equivalente a pretender amarrar los perros con chorizo o dejar la Iglesia en manos de Lutero, por recurrir a esos viejos dichos. Obviamente no le platicaré todo para que usted pueda disfrutarla, pues resulta muy entretenida (tiene sus partes fuertes) y me inspiró una breve investigación sobre el sistema carcelario privatizado que trataré de enfocar especialmente en nuestro país, no sin antes decirle que tanto en el sistema privado como en el público tradicional prevalece la tendencia más que antigua de la Venganza Social de la que hablaban tratadistas como Enrico Ferri hace ya algunos siglos en los precedentes del actual Derecho Penal y de un incipiente penitenciarismo; esto es, que la readaptación y menos aún la reinserción social del reo se encuentran dependientes casi en exclusiva del estoicismo de Ghandi que cada reo pueda tener. Una vocación de mártir que lo condicione a poner la otra mejilla cada que le azoten una. Acaso en el sistema privado pueda ser aún más remota esa posibilidad de reinserción. Durante más de treinta años, gobiernos como el de Estados Unidos de América y el de Reino Unido manejaron sus cárceles y las políticas de reinserción a través de particulares y en la actualidad se ha renunciado casi mayoritariamente a ese modelo en el que ha quedado demostrado que la reinserción es algo en lo que no se trabaja pues el particular se concreta a la construcción de auténticas Jaulas de Oro como las denomina Sarré del Colegio de México, con talleres , espacios educativos, salones, comedores etc. Que muchas veces ni siquiera han sido utilizados y cuyo equipo se echa a perder sin haber sido desempacado siquiera, pues no hay personal con quien atender, ya que lo más caro de las políticas públicas, es la ejecución que significa personal, con sueldos, seguros de salud, prestaciones y problemas diversos. Esta carencia impide tratamiento personalizado suficiente, atención para cada paciente (pues teóricamente lo son en su mayoría en mayor o menor grado) y también genera abusos, encierros desmedidos, falta de terapia ambulatoria y en una palabra violación continúa a los derechos humanos más elementales, lo que tampoco abona a ninguna readaptación. No obstante en Europa y América Latina subsisten en varias regiones las cárceles privadas y semiprivadas (esto último un mero eufemismo). En el caso de México, en el sexenio de Calderón se invirtieron más de 4mil MDP en la construcción de varios penales de alta seguridad con la justificación de que varios Gobernadores se quejaban de que tenían que cubrir la mayor parte de la manutención de cada Reo pues los Convenios Federales destinaba una ínfima cantidad únicamente para sus alimentos, lo cual tiene su parte cierta. Y como sale más barato edificar y mantener una cárcel grandota que muchas chiquitas se hicieron penales grandotes que más dificultan la atención y vigilancia y ello obliga a mantener en las celdas durante más tiempo a los reclusos. La naturaleza misma del negocio lucrativo al que apuestan los particulares muy lejos de la idea de servicio, gobierno, integración social que representa el atender a personas que han delinquido o que significan peligro social genera muchos más problemas y, porque no, ubica al Estado en una situación de posible chantaje y extorsión por quienes resultan beneficiarios de tales concesiones. Las que por cierto en aplicación de un "principio" de seguridad bastante convenenciero son asignadas exactamente a quien el que manda le da la gana. ¿Resultado? Una opacidad total que justamente es lo que menos debe existir en materia de seguridad y sobre todo en el rubro penitenciario...pese a lo que nos cuenten los "expertos", ya ve como de nada valió que los planos de los reclusorios de donde escapó el Chapo estuviesen "hermética y sigilosamente resguardados"....a otro perro con ese hueso, lo más público y lo más transparente es lo más seguro. En un país corrupto, tanto como en uno más o menos honesto, da igual lo público que lo privado, lo particular que lo gubernamental, al final todos somos harina del mismo costal.