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La declaración del gobernador Juan Manuel Carreras en el sentido de que la incidencia delictiva ha crecido por culpa de la implementación de la Reforma Penal es simplista
02:02 jueves 23 noviembre, 2017
ColaboradoresLa declaración del gobernador Juan Manuel Carreras en el sentido de que la incidencia delictiva ha crecido por culpa de la implementación de la Reforma Penal es simplista, que trata de ocultar la falla de estrategias para un problema que es multifactorial. Para empezar, el gobernador envía un mensaje muy negativo, de descalificación, cuando debería apoyar una de la reformas legales más ambiciosas del país en años. Al menos que él crea, a título personal, que las cárceles potosinas son espacios reales de readaptación social. La Reforma Penal no rendirá frutos inmediatos como muchos esperaban, pero gran parte de la responsabilidad de que la población no sepa ni de que se trata la reforma recae en la administración estatal que no fue capaz de sensibilizar a los potosinos, a pesar de que recibió millones de pesos, para la implementación del nuevo sistema de justicia. Las cárceles hace mucho tiempo que fracasaron en su intento de readaptar a los delincuentes. Son más bien escuelas del crimen. El nuevo sistema busca justamente que quienes delinquen tengan una nueva oportunidad y se les oriente y guíe. El servicio social, por ejemplo, se inscribe en esta línea. Habría que preguntarle al Poder Judicial o a los representantes de sistemas alternos de solución de conflictos si realmente estas medidas se están aplicando, ante la queja del gobernador de que siguen sus procesos en libertad, de que ya no hay castigo. Pero insistimos, querer achacarle la culpa al sistema penal de la inseguridad es una salida fácil. Expertos afirman que desde hace meses el estado atraviesa por una reconfiguración de fuerzas de la delincuencia organizada, lo que ha afectado los índices de inseguridad. También se ha incrementado el número de delincuentes que llegan de otros estados, bandas organizadas, que se dedican sobre todo al robo de negocios, bancos, joyerías y casas-habitación. Y en tercer lugar tenemos el fenómeno pandilleril que se ha extendido a colonias tradicionalmente tranquilas. Aquí es donde habría que preguntar qué están haciendo las instancias de la juventud, de empleo, de desarrollo económico. Porque la delincuencia juvenil no se combate con cárcel, se combate con oportunidades, con acompañamiento. Mientras el fenómeno delictivo no se combata de forma multifactorial, seguiremos sufriendo un incremento en los índices delictivos… no hay de otra.