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Con el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de sustituir delegaciones federales de las diversas Secretarias en cada Estado, queda de manifiesto la intención de reducir gasto y burocracia en una política pública de austeridad y ahorro, pero surgen varias interrogantes que gravitan sobre dos polos de la administración pública
22:03 domingo 15 julio, 2018
VIRALESCon el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de sustituir delegaciones federales de las diversas Secretarias en cada Estado, queda de manifiesto la intención de reducir gasto y burocracia en una política pública de austeridad y ahorro, pero surgen varias interrogantes que gravitan sobre dos polos de la administración pública: Centralismo y Federalismo. ¿Hacia dónde habrá de dirigirse la idea de restructuración gubernamental del nuevo Presidente? De alguna forma las delegaciones federales como su nombre mismo lo dice buscaban delegar funciones centrales hacia los Estados en una descentralización simple como es la descentralización por territorio. ¿Hasta dónde beneficiaba realmente a los gobiernos estatales como miembros integrantes del Pacto Federal estas medidas? Pues la respuesta a esta última cuestión es muy variable y depende esencialmente de la coincidencia del signo partidista del gobierno federal en turno y del gobierno de la entidad de que se trate. Esto es así pues si tal coincidencia se presenta es fácil suponer que el gobernador del estado tendrá derecho a formular más propuestas de funcionarios en las delegaciones que se asienten en su entidad, las que en la mayoría de las ocasiones resultan ser cuando menos una delegación por cada secretaría, instituto, fideicomiso, Comisión u otro ente público. Cuando el gobernante no es afín en lo partidista (que no en lo ideológico porque eso ya no sabemos cómo se come) sus oportunidades de proponer algún funcionario pueden ser mínimas o nulas de pleno derecho o sea de acuerdo con las reglas del anterior sistema político que aún es vigente y que lo seguirá siendo hasta que de una manera gradual o de sopetón sea erradicado a partir del primero de diciembre de este mismo año.
Esto último plantea otra cuestión ¿Cuál será el efecto social y político de sustituir treinta, cuarenta o más delegaciones en cada Estado por un Coordinador de Desarrollo Social? Aunque esto no deja de ser un ejercicio de especulación hasta en tanto no se den más pormenores de éste proceso; los mecanismos son importantes, en la política la forma es fondo y si quiere usted más ciencia: en el pedir esta el dar. Pues bien, alrededor de cada delegación federal de lo que sea, trabajo, pesca, agricultura, agua, IMSS, leche, adultos mayores, menores y medianos, se han prohijado, generado, cobijado, adherido, soldado, incluido y adjuntado una serie de intereses económicos de tamaño enorme, grande, mediano, chico y micro que pueden resultar afectados. Desde el que acostumbra ganar muchas licitaciones o la mayoría que hace la delegación equis hasta el que maicea al portero de las oficinas principales para llevarse el pet o esculcar la basura, pasando por los que ganan o pierden (según sea el acuerdo) las demandas en contra de la equis delegación. La pepena se da en todas las materias, a niveles sociales y burocráticos y en los diversos tamaños de cada negocio. Esto es así porque las delegaciones se han integrado al SISTEMA POLITICO ALTERNO MEXICANO (por sus siglas SPAM) que no es otro que un enorme entramado paralelo y alterno al sistema jurídico político que reconocen las leyes, pero con leyes propias no escritas que todos en el país conocemos en mayor o menor grado; por ejemplo: “hay que mocharse”, “es de cristianos el diezmo”, “mochilas para los boy scouts” o una simple seña por la que es claro que debe caerse para que el negocio levante. A veces ni seña hace falta, si no hay “con queso las tortillas” el asunto no avanza. Las delegaciones u oficinas estatales forman parte clave de ese entramado útil para la distribución de cuotas en el pastel de la revolución. Usted está pensando que eso ya lo sabe y que el problema es aun peor pero sobretodo, pienso que usted en el enorme reto que significa poder acabar con eso, con la corrupción. En la campaña muchos políticos, ciudadanos, analistas y periodistas preguntaban a AMLO como se proponía acabar con la corrupción. Sus respuestas simples sólo decían con otras pocas palabras que lo haría a partir de no ser corrupto él mismo. Ahora veo en este primer paso de sustitución de las delegaciones una verdadera recomposición de la administración pública con diversos enfoques pero siendo el principal el combate a la corrupción aunque esto no se haya dicho. Se trata de una medida no personalizada, no persecutora de nadie ni de nada; sino de una extracción de raíz en la muela del juicio pegada y soldada en el hueso del maxilar de nuestra República. Cirugía mayor en un organismo con hemofilia, infestado e invadido de múltiples padecimientos crónicos y con el latente peligro de desangrarse en cualquier momento. Habría que cuidar el fortalecimiento del federalismo al mismo tiempo en que se aplican controles centralistas para la asepsia profunda y extirpaciones que se requieren. Para ello se necesita la generación y formación de una nueva clase política que practique una política de nueva clase. Hay que jugarla… Ahora o nunca.