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Celebremos las mujeres que estamos vivas en un país donde en promedio 7 mujeres son asesinadas cada día, celebremos quienes tuvimos acceso a la educación en un México donde el 54 por ciento de las mujeres está en condición de rezago educativo.
20:54 jueves 8 marzo, 2018
EN LA OPINIÓN DE ERIKA SALGADOCelebremos las mujeres que estamos vivas en un país donde en promedio 7 mujeres son asesinadas cada día, celebremos quienes tuvimos acceso a la educación en un México donde el 54 por ciento de las mujeres está en condición de rezago educativo. Somo afortunadas las mujeres que tenemos acceso a la salud y a la alimentación, pues la pobreza como se dice en los discursos políticos “tiene cara de mujer”. Somos la excepción las mujeres que tenemos un trabajo digno y gozamos de un salario, pues muchas no tienen siquiera esta posibilidad, ni de decidir a qué quieren dedicarse ni a qué destinan su ingreso. Habrá quien cuestione el sentido de esta fecha, son los mismos que han normalizado la violencia, no sólo física, sino económica, psicológica, los mismos que han perpetuado la desigualdad por convicción o por ignorancia bajo el argumento de que así fueron educados, de que así son las cosas y que incluso argumentan cuestiones naturales para justificar el sometimiento. Habrá quien señale que lo logrado ya es suficiente como para dejar de lado la lucha de género, cuando evidentemente no lo es, nunca será suficiente mientras se sigan violentando los derechos humanos y civiles, mientras se siga viendo a la equidad como una concesión graciosa y no como un derecho. Mientras se siga dejando a las mujeres las migajas de la política y la representación, mientras no se escuchen ni se tomen son seriedad sus propuestas, mientras las tribunas legislativas sirvan para denostarlas, para poner en duda su honra, para burlarse de su trabajo. Mientras sigamos siendo culpadas por el quebranto familiar, mientras tengamos menos oportunidades, mientras sigamos siendo excluidas y acosadas, mientras sigamos siendo juzgadas por nuestras decisiones de vida, mientras ganemos menos y tengamos que esforzarnos más por” tener que probar” que somos aptas, mientras no seamos representadas de manera real en la toma de decisiones, mientras nos sigan lacerando, silenciando, no será suficiente, nunca será suficiente. Este 8 de marzo es un buen día para reconocer a quienes caminaron estos senderos antes que nosotras y sentaron las bases que nos permiten gozar de lo que ellas adolecieron, pero también es buen día para asumir el compromiso de transformación que nos permita construir una mejor realidad, donde los derechos humanos sean reconocidos como tales y no como exclusivos de un género. LA MUJER TRAS LAS REJAS Gracias a la Fundación Renace, hace un par de años tuve la oportunidad de conocer a algunas mujeres en situación de cárcel que formaban parte del programa especial de educación secundaria y preparatoria que esa organización civil les había acercado. Nunca olvidaré las historias de estas mujeres, encarceladas, en su mayoría, por complicidad o por delitos de hambre. Mujeres que forman parte de las 10 mil 722 mujeres en situación de cárcel que hay en México y de las cuales nueve mil 601 están recluidas en penitenciarias estatales y mil 121 en federales, entre las cuales se contaba la anécdota de aquella joven destacada en los estudios, buena compañera, con ganas de superación, con ganas de rehabilitarse, de emprender un nuevo camino, la misma que cuando vio perdido su ultimo recurso legal para salir de la cárcel optó por quitarse la vida. O aquella que fue enamorada por un hombre que la llevo a vivir con él a una casa de seguridad, donde al paso de tan solo unos días fue arrestada y acusada del delito de secuestro. La misma que al ser detenida fue presentada como una delincuente peligrosa y condenada, mientras que aquel, logró escapar de la justicia. Aquella que fue abandonada por el marido, quien además el tiempo que vivieron juntos la golpeaba. Esa misma a la que unas “amigas” le enseñaron a robar y que encontró en esa práctica una forma de dar de comer a sus hijos. O la que duerme en la celda de un costado, acusada de homicidio, de haber asesinado a quien la violó y que fue sentenciada con todo rigor, pues dijo no arrepentirse de haberlo matado. Son mujeres a quienes se les ha negado toda oportunidad y que hoy purgan condenas en el olvido de las que fueron sus familias, incluso de aquellos que fueron los responsables de que ellas terminaran tras las rejas, podemos como sociedad ignorarlas o podemos tomar la lección y evitar que se sumen más historias.