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Y aunque en 2018 esta especie de carruseles femeninos callejeros (que exhibían a mujeres como carne fresca) ya no existen, la demanda de sexo en la zona sigue siendo tan común como lo fue desde el Siglo XVI
18:07 martes 9 octubre, 2018
MéxicoEn medio de una guerra desatada entre bandas criminales que se disputan el primer cuadro de la Ciudad de México, existe un pequeño oasis que brinda protección y apoyo a mujeres en situación de prostitución. El Centro Madre Antonia -localizado en el barrio de La Merced- es dirigido por la monja Auria Rendón, integrante de la Congregación de las Hermanas Oblatas, una antigua orden religiosa conformada en apoyo a sexoservidoras desde hace más de 100 años. Expresamente fuimos fundadas para atender a las mujeres en situación de prostitución que deseaban salir de esta situación de opresión”, explica la religiosa.
El Centro Madre Antonia (CMA) abrió sus puertas en 1989, época en la que las autoridades de la capital del país, aún toleraban que mujeres y niñas en situación de prostitución caminaran en círculo por los callejones San Pablo y Manzanares (Centro, CDMX) para luego ser escogidas por quienes compraban sexo. Y aunque en 2018 esta especie de carruseles femeninos callejeros (que exhibían a mujeres como carne fresca) ya no existen, la demanda de sexo en la zona sigue siendo tan común como lo fue desde el Siglo XVI, cuando en plena época virreinal se establecieron ahí las primeras casas de citas. La monja señala que lo que se intenta en este centro es que las mujeres -que así lo decidan y pidan su ayuda- “se sientan acompañadas, apoyadas”. Lo que se intenta es que tomen las riendas de su propia vida, y se empoderen tomando sus propias decisiones de manera consciente, subraya.
De acuerdo con investigaciones realizadas sobre redes de prostitución se revela que aunque son varias las modalidades existentes por las cuales las mujeres caen en el mundo de la prostitución, un amplio porcentaje de ellas llegan tras haber sido inducidas por “amor”. Los proxenetas suelen acudir a diversas entidades del país y detectar a mujeres con baja autoestima (provenientes generalmente de familias machistas en donde los hijos varones son el único ser preciado en casa). Inician una amistad con ellas. Comienzan a frecuentarlas. Luego les aseguran estar enamorados. Las seducen, las convencen, se las traen a Ciudad de México, y ya estando aquí, comienzan a explotarlas sexualmente. La religiosa quien por más de 20 años ha brindado apoyo a sexoservidoras en países como Estados Unidos, Puerto Rico, Guatemala y México, explica lo siguiente. “Muchas de éstas están aquí porque están enamoradas de sus novios. Padrotes. Al estar enamoradas” sus novios les piden cualquier cosa. “Les dicen: mira te voy a poner a trabajar, necesito tu ayuda y las colocan. Y ellas como están enamoradas no se atreven a oponerse” y si llegan a oponerse la consecuencia serán golpes, castigos, y en el peor de los escenarios la muerte, explica. Ante esta variante de esclavitud, la directora del CMA explica que una de las labores que se realizan al interior de este lugar es el de abrirles los ojos. El que “poco a poco vayan ellas cayendo en la cuenta que no necesitan tener a un hombre al lado para salir adelante”, pues al final del día, dice, son ellas quienes generan el dinero con su cuerpo.
“Cada cosa que pasaba era peor que la otra. Por ejemplo, yo estaba reglando y me metieron una esponja empapada en vinagre para detener la sangre. Sentí que acababan de hacerme una cosa denigrante (…) Jorge me dijo: ‘Acuérdate que sé dónde viven tu tía y tu hermano. A la primera chingadera, los mato’ (…) Esa noche estuve con 14 clientes. Terminé con la vagina inflamada, lastimada, con un dolor horrible en el vientre. Jorge estaba muy contento porque había ganado siete mil pesos”. (“Esclavas de la calle de Sullivan” // Revista Nexos// 1º julio 2013).
El CMA brinda apoyo a poco más de 150 mujeres, quienes como muchas otras, fueron invitadas a través de lo que se denomina el “abordaje”, un proceso de conversación muy sutil que trabajadoras sociales realizan diariamente con sexoservidoras en sus recorridos por La Merced. Inmersas en una zona en donde pululan proxenetas, padrotes, redes de trata de personas, y cárteles de narcotráfico, las colaboradoras del Centro Madre Antonia, portan chalecos e identificación especial para ser bien ubicadas dado que su presencia no es siempre bien recibida por los múltiples actores de esta industria de sexo y sus mujeres esclavizadas. De hecho, “una vez una de las mujeres me dijo que no nos sintiéramos mal porque no nos hablaban”. En realidad comprendí que no era por nuestra presencia como tal. Era más bien porque si alguna de ellas, que tuviera un padrote, si la veía hablar con nosotras “luego le podría ir mal”, explica la religiosa.
II
De acuerdo con la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina, se calcula que en la capital del país “hay más de 250 mil mujeres y niñas en situación de prostitución, de las cuales el 88 por ciento no son originarias de esta ciudad; 89 por ciento, empezaron a ser prostituidas desde los 12 años de edad, y el 99 por ciento son explotadas por redes de proxenetismo, padrotaje y lenocinio”. El proceso de acompañamiento que el CMA brinda a mujeres en situación de prostitución es integral. Además de terapia psicológica, también se les dan talleres emocionales, y clase sobre diversos oficios. Ahorita por ejemplo, dice la madre directora, ha sido muy bien recibido el de “medicina alternativa” y también el taller de belleza. En otras ocasiones también hemos dado talleres de repostería, y próximamente podremos ofrecer uno de cocina. En el de medicina alternativa, explica, las mujeres aprenden “a hacer medicamentos sencillos a base de hiervas comunes y corrientes como manzanilla, ruda, rosas. Hacen medicamentos para la tos”. Para fortalecer el sistema inmunológico. Algunas de ellas consumen sus productos, y otras más los venden como una forma de tener otro tipo de ingresos económicos. Mara Garduño, psicoanalista y teóloga, por su parte, explica que uno de los principios fundamentales del Centro Madre Antonia, es el escuchar a toda aquella mujer que se acerque a pedirles ayuda. Escucharlas sin juzgar. Tenderles la mano. Acuerparlas anímicamente. Aquí se les ve con total respeto, señala. Nunca con ojo moralino. No se les juzga y “se les trata como lo que son: mujeres dignas, amorosas, que están intentando salir de la situación en la que se encuentran a través de las herramientas que se les dan en el Centro Madre Antonia”, sostiene. Dice que entre los talleres ofrecidos, el que ha sido mejor recibido es el que está centrado en ofrecer herramientas emocionales a sexo-servidoras para generar un vínculo amoroso con sus hijitos. En este taller lo más importante, dice, es que ellas empiecen a construir nuevos modelos de maternidad. Es decir que comiencen a conectar con este “ser madres” en medio de las circunstancias en las que viven, y “puedan ir resignificando la relación que tienen con sus hijos e hijas”, expone. Se les da una vez a la semana. Las sesiones, aunque cortitas, han sido de gran significado para ellas quienes por primera vez se sienten orientadas en torno a su maternidad.
- ¿Cuándo ellas llegan al Centro Madre Antonia, por primera, podría decirse que llegan desvinculadas a sus hijos?. - Sí, totalmente. Ellas están pensando mucho en un tema económico, en el trabajo, en cómo les va, en sus relaciones personales de pareja. Entonces yo lo que he visto en estos casos es que sus hijos son como un ente más, una cosa más a la que hay que atender. A veces bien, a veces mal, a veces chueco y a veces derecho. III
Algo imaginado, pero poco hablado, es que varias de las mujeres inmersas en el mundo de la prostitución son madres de familia; y lamentablemente no todas tienen la posibilidad de que algún familiar cuide de sus hijos cuando ellas salen a trabajar. Es por ello que tras escuchar durante mucho tiempo su permanente preocupación por sus hijitos -a quienes, por ejemplo, los dejaban encerrados en cuartos de hotel ante la falta de alguien quien pudiera cuidarlos- las monjas oblatas decidieron abrir una estancia infantil al interior del Centro Madre Antonia. Los niños y las niñas que vienen diariamente aquí son exclusivamente hijos e hijas de mujeres en situación de prostitución que desean que los cuidemos. Tenemos un espacio de estancia infantil que brinda apoyo a pequeños desde los seis meses, hasta los cinco años de edad, explica la directora. El salón de clases de estos pequeños podría ser exactamente igual al de cualquier estancia infantil del IMSS o del ISSSTE. Varias sillas periqueras de distintos colores se apilan en un extremo del lugar. Además del escritorio de la maestra y el pizarrón, hay una cuna de madera y algunas colchonetas para la hora de la siesta. Los estantes tienen juguetes de todos tamaños, pero sin duda los dibujos realizados con distintos colores y trazos perfectamente imprecisos son lo más lindo en las paredes. -Se los cuidamos para que ellas tengan la tranquilidad de que están en un lugar seguro mientras trabajan. Claro, hay otras mujeres que tienen familiares que sí se los pueden cuidar y se los llevan a ellos, explica la directora del centro. El horario de esta guardería es de lunes a jueves de 10 de la mañana a 4 de la tarde. Y los viernes de 12 del día a 4 de la tarde. Como en cualquier estancia infantil se les ofrecen diversas clases de forma lúdica. Por cuestiones económicas no les ofrecen desayuno, por eso deben llegar ya desayunados. Igualmente deben llevar sus propios alimentos en toppers para la hora de la comida. Y para la hora de la merienda, a eso de las 4 de la tarde, se les brinda una pieza de pan y un vasito con leche. En el aprendizaje diario “se les van dando conocimientos de letras, de números, de ejercicios de motricidad fina, ejercicios de motricidad gruesa”, explica Genoveva Rodríguez, educadora principal y pedagoga de la estancia infantil. Una de las actividades favoritas de las niñas y de los niños es el “irse de excursión” a la biblioteca. Ésta se encuentra en el área de las oficinas del CMA. Es una habitación en donde se hay varios estantes con cualquier cantidad de libros. La maestra Geno comenta que cuando les dice que “hoy es día de ir a la biblioteca”, los pequeñitos se emocionan y uno a uno comienzan a jalar sus sillitas por toda la estancia que divide a su salón del recinto de los libros. Se emocionan y van gustosos, revela. Finalmente una de las respuestas más positivas que han detectado quienes trabajan en el CMA sobre el acompañamiento que se brinda a madres y a pequeños, es que cuando estos pequeñitos se convierten en adolescentes, no presentan –generalmente- mayores conflictos respecto al trabajo de sus mamás. “Algunos adolescentes que lo han compartido, ya lo tienen asumido. Aparentemente es la mamá la que está apurada de que no se vayan a enterar, pero los adolescentes ya se dieron cuenta y no es violento para ellos, a lo mejor por el acompañamiento que han tenido”, finaliza la Madre Auria. EXCELSIOR