El tono de las declaraciones de los diputados locales raya ya en el cinismo. Y es que ahora que descubrimos que aprobaron ampliar el presupuesto para gestoría institucional en 3.9 millones de pesos, su mejor explicación fue que se quedaron el dinero, porque Finanzas lo podía gastar a discreción, "en lo que le diera la gana", si se quiere ser más popular en la expresión. Para empezar, hay que recordarles a los diputados que como Poder Legislativo, una de sus funciones es supervisar el buen uso del recurso público. Por eso la Auditoría es un organismo que depende del Congreso y por eso el gobierno estatal entrega reportes trimestrales a este poder. Decir entonces que decidieron quedarse con el remanente, porque desconocen a qué lo podía dedicar Finanzas es renunciar de antemano a su función como legisladores. 

Pero aunque ellos le den vueltas al asunto, la razón es simple: se quedaron con el dinero, porque no querían que otro poder disfrutara los beneficios.  Los diputados aman el presupuesto para gestoría, porque les representa un enorme capital político. En un estado con miles de pobres, una despensita o una cobijita, en este invierno, es casi sinónimo de un voto, y si además es posible quedarse con unos cuantos pesos, a través de beneficiarios fantasma, mucho mejor. El colmo del cinismo llega cuando el diputado Jesús Cardona Mireles dice que decidieron quedarse el dinero, porque era la última vez que iban a manejar recurso para gestoría. Nomás le faltó decir que era la última vez que podían echarse unos pesitos a la bolsa.

Como dice la frase: los diputados no entienden que no entienden. Para ellos el recurso de gestoría es capital político, pero es probable que estén haciendo mal las cuentas. Si no pregúntenle a los asesores de Meade, que sigue sufriendo en las encuestas, porque a pesar de ser un precandidato ciudadano, el lastre del apellido PRI le está pesando mucho.