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La violencia y la inseguridad son como el azúcar y los cancerígenos que no sabemos cuánto nos cuestan hasta sentir la enfermedad
00:04 domingo 3 junio, 2018
ColaboradoresLa violencia en San Luis Potosí, así como en México es un factor económico que enferma a la sociedad, la contamina y termina matándola, pero la inseguridad ¿que es? La inseguridad es el elemento de esa deformación morfológica del estado mexicano que no aparece en el registro del PIB como un electrocardiograma no previsto antes del infarto al miocardio. La violencia y la inseguridad son como el azúcar y los cancerígenos que no sabemos cuánto nos cuestan hasta sentir la enfermedad, entre otras cosas, porque la contabilidad nacional no se diseñó para registrar condiciones como las que actualmente enferman al país, ya que estamos creciendo 4 o 5%, lo cual es excelente, considerando nuestro promedio de las últimas dos décadas. Sería mucho mayor si tuviéramos cifras de seguridad como las de Canadá o Chile. La estabilidad macroeconómica y la geografía de México no pueden ser aprovechadas plenamente. La Inversión Extranjera Directa hacia nuestro país no ha caído, pero tampoco crece. Para Brasil aumentó 17% y para Chile, 19 por ciento. Seguramente después de leer lo anterior, algunos creerán que un buen motor para el progreso social en San Luis Potosí, es la expectativa de cada potosino por estar en el escalón siguiente y mostrar como trofeo el superávit que tenemos conforme a la generación de empleos en el estado y de esta manera ingresar en la frenética carrera de ocupar un espacio, todos los potosinos aspiran ser como el empleado, el empleado como el gerente, y el gerente como el empresario potosino por excelencia. Y posiblemente en algunos casos haya funcionado así. Pero olvidaron al menos dos factores los artífices de la economía potosina. El principal, que el potosino es algo mucho más profundo y complejo, que un simple “actor económico”. El otro factor es que, además, la propia tendencia del capitalismo hacia la concentración, lo convierte en una carrera desenfrenada en la que unos pocos potosinos ganan y la mayoría pierde. Y si el motor del sistema era la promesa de un futuro de éxito económico, ese futuro se ha ido cerrando cada vez más. Lograron convencer al pueblo potosino de que el sentido de la vida era el éxito económico y cierto estilo de vida; pero como eso es para unos pocos elegidos en nuestro estado, la vida pierde sentido para la mayoría. Ósea, que el sistema capitalista vacía a la gente por fuera, y también por dentro. Y desde luego que los exitosos también quedan vacíos por dentro. Y desde luego que fracasar en la carrera de la estupidez, debiera finalmente ser reconfortante, y abrirnos paso al verdadero sentido de la vida. Pero mientras dure la hipnosis, los fracasos no aceptados se transforman en depresión, resentimiento, envidia, y búsqueda de revancha por cualquier vía; y eso se traduce en violencia de todo tipo como el crimen organizado, corrupción, abusos y estafas del poder en los congresos, violencia intrafamiliar y delincuencia juvenil. Por lo anterior es importante analizar lo que el economista en Jefe de BBVA Bancomer especula que México crecería 1 punto porcentual más sin inseguridad. El Secretario de Hacienda afirma que ese problema nos cuesta 1.2% del PIB. Ambos cálculos suenan conservadores. La violencia y la inseguridad nos roban horas de trabajo y nos impiden estar enfocados 100% en las tareas más productivas. Producen un daño patrimonial que es cuantificable, pero también dejan secuelas psicológicas inconmensurables. Alimentan la desconfianza que mella inversiones, consumo y turismo. En los destinos de playa hablan de los que no llegaron. En Monterrey, Ciudad Juárez y Tijuana, de los que se fueron. Hombres y mujeres de empresa; jóvenes promisorios y profesionistas calificados. Su partida aparece en el Censo de Población, quizá. La cuenta del PIB no registrará su marcha inmediatamente. No está diseñada para medir el potencial no realizado. Los mexicanos gastamos cerca de 8% de nuestros ingresos en rubros asociados a la inseguridad: candados, alarmas, perros guardianes y seguros, entre otros. El costo para las empresas es creciente. En el caso de las grandes, los márgenes permiten costear este egreso, pero no pueden evitar la desviación de recursos hacia cajones improductivos. Podrían invertir más, mejorar los salarios o fortalecer las políticas de capacitación. ¿Cómo sería México si ese 8% se dedicara a rubros no relacionados con la inseguridad? La contabilidad nacional es un registro realista. No se ocupa de las quimeras. El costo de la violencia tiene un gran sub-registro. Entre los intangibles y los delitos no denunciados existe un territorio de cuentas fantasma. Las pequeñas empresas son mucho más afectadas, si cabe la expresión. Víctimas ocultas, las llamó un reportaje de Bloomberg. Recortan sus horarios de atención al público y miran cómo se desploman las ventas después de cada hecho violento. Ellos no tienen el músculo financiero de los gigantes ni capacidad para protegerse de las extorsiones de la delincuencia organizada ni del pillaje del crimen desorganizado.