Wuhan llamó la atención del mundo, un nuevo virus resultaba mortal y la expansión en el país más poblado del mundo alertó a todos los países… Plaga! Enfermedad! Muerte!! No tardaron en aparecer teorías que apostaron por la creación de un virus prefabricado para mover la economía farmacéutica una vez más, la influenza en México dejó estragos y una interesante reactivación económica, de nuevo se cuajaba la historia más macabra digna de Hollywood sobre la reducción poblacional y el interés capital. No me odie! Crea que mis más sentidas condolencias están con todos los que han sufrido de este tipo de mal, una dura repetición a cualquier plaga que ha arremetido contra el hombre. Lo cierto es que al gobierno chino no le sirve tener una crisis de salud, podemos descartar esa teoría y dar por hecho que el coronavirus estará en México de igual manera que ha ido desolando país por país, un ejercicio de aguante que se complica ante la crisis actual en el sector salud mexicano. El virus introduce un factor de incertidumbre y volatilidad global de difícil comprensión, fuertes caídas en la bolsa mexicana la semana pasada han confirmado el miedo a una recesión global inminente. No podemos determinar cuánto durará ni de qué tamaño será la afectación que produzca el coronavirus en México, hasta la fecha se ha registrado una bajada del 18.38% en los precios de la mezcla mexicana del petróleo y ha provocado la depreciación de casi 50 centavos al tipo de cambio del peso frente al dólar en una semana; parece que esto empieza a ser un precedente de mayor caída, venimos de un panorama en el que Estados Unidos registró un sólido crecimiento del Producto Interno Bruto y, en contra de lo que se esperaba al principio del año, la Fed bajó las tasas de interés provocando un acertado proceso a la inversión. La tensión comercial americana con China ha ayudado a México a consolidarse como principal socio comercial de Estados Unidos y nos ha permitido atraer inversiones que en otros momentos irían a China… como puede ver un la alineación de planetas ha sido perfecta para conjugar un estado de gracia no merecido, pero más que necesario! La aprobación del T-MEC por el Congreso de Estados Unidos el 16 de enero parece haberse empañado, tan solo un día después el coronavirus se volvió un tema global de conversación. La importancia de China como primera economía y su papel en el mercado mundial de materias primas ha hecho que en estas cinco semanas la amenaza sea real, global e ineludible. Miles de muertes reafirman una pandemia con grandes afectaciones en el sector turístico, riesgos en las cadenas de manufactura global e inestabilidad en la comercialización de productos provocan paros en la producción de algunas industrias mexicanas integradas a esquemas globales de manufactura, sector automotriz y electrónica. La propagación del coronavirus afecta a una industria necesitada de mayor dinamismo, los retrasos y cancelaciones en importación de componentes chinos por el cierre de fábricas en el país asiático ha repercutido en que muchas manufacturas en México disminuyan o incluso detengan su líneas de producción. El aumento del costo de los fletes ha provocado una pérdida notoria en la competitividad del mercado, valore como un contenedor con 40 toneladas de productos chinos a Manzanillo (Colima) costaba mil 800 dólares previo al virus, ahora cuesta cinco mil dólares y pareciera que pude serguir aumentando. Imagine el temor que se vive en la industria automotriz rogando a los grandes proveedores chinos sus productos, el riesgo queda en empresas mexicanas que ya pagaron por anticipado diversos pedidos a proveedores más pequeños en China y que el cumplimiento se presume complicado. Debo confesar que el coronavirus es el motivo perfecto para echar culpas y perder responsabilidades directas, el efecto en los mercados no se centra exclusivamente en la pandemia sino en la creciente percepción de riesgo de la economía mexicana. No debe pasar por alto los depresivos datos de Pemex, única entidad petrolera en el mundo con números negativos que elevan la probabilidad de recorte en su calificación crediticia para nivel especulativo. El posible recorte de la calificación soberana de México viene en un momento en el que distractores no faltan, adiós al avión presidencial y un genial saludo a la gripe del momento. La agencia Fitch fue la primera en devaluar la calificación de Pemex por debajo del grado de inversión, S&P y Moodys tienen la mira puesta y la preocupación por repercusiones a la nota de la deuda mexicana es casi un hecho, si a esto le sumamos el parón obligado, no hay más que hablar. Dicen que si China estornuda el mundo se enferma… veremos de que estamos hechos y si la suerte es finita, EE UU impone medidas sanitarias espaciales entorpeciendo el comercio en la frontera mexicana y provoca una baja en las exportaciones, mal momento para enfermarse… Como plan de contingencia económica sólo nos queda valorar la posibilidad de producir en el país los insumos que vengan de China, podremos? Javier Rueda

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