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Pareciera ser el eslogan de una campaña publicitaria. No lo es. Se trata de la marca del estado mexicano para difundir – si se puede decir así – el ideal de la justicia social para todos a través de la estructura gubernamental más eficiente para dicho propósito: El sistema educativo.
04:16 miércoles 31 julio, 2019
ColaboradoresPareciera ser el eslogan de una campaña publicitaria. No lo es. Se trata de la marca del estado mexicano para difundir – si se puede decir así – el ideal de la justicia social para todos a través de la estructura gubernamental más eficiente para dicho propósito: El sistema educativo.
En política, la forma es fondo y al parecer, el tema educativo ha sucumbido al hipnotismo de la ideología progresista. Oculta bajo el uso de lenguaje intolerante, avanza sumando a aquellos que escuchan y poco discuten. Logra convencer sobre el cambio de perspectiva del desarrollo individual (que es inmoral) hacia el constructo social (como fuente de la máxima benevolencia humana). El discurso de buenos contra malos, de pobres contra ricos, de chairos contra fifís inunda cada vez mas los espacios de mensajería personal como WhatsApp que no es otra cosa que el reflejo de una transición hacia horizontes ya navegados en otras latitudes como Ecuador, Nicaragua, Argentina, Brasil. Venezuela solo es el peor ejemplo de estas decisiones.
En este marco, ¿qué pasa con la educación? ¿Será posible estar al borde de un colapso institucional por razones ideológicas? Considero importante analizar con detenimiento los componentes – bajo un esquema de derechos, unos legítimos y otros adquiridos – que están por impactar en el vaivén de nuestra cotidianidad en diferentes plazos.
Becas universales. No existe argumento que esté cargado de una emotiva sensibilidad por entregar – regalar – dinero a todos lo que están inscritos en una institución educativa pública, desde inicial hasta superior. Bajo el discurso progresista de respetar ahora sí, el mandato del artículo tercero constitucional, se endulza el oído, pero la verdad es que nada es gratis. Este dinero corriendo cada bimestre, podríamos considerarlo un paliativo temporal para incentivar el acceso a la educación formal. Sin embargo, estudios recientes sugieren que el porcentaje de estudiantes que abandonan la escuela por cuestiones económicas es del 49% el resto lo hace por que la escuela no le significa una inversión redituable para su desarrollo personal. Incluso, estudios del Banco Mundial afirman que el impacto de las becas en la permanencia de los estudiantes en la escuela, es mínimo o nulo. Entonces, ¿cuál es el razonamiento objetivo a nivel de política pública para otorgar incentivos monetarios a todos los estudiantes? ¿Por qué invisibilizar el esfuerzo individual de muchos jóvenes para lograr un incentivo?
Educación superior gratuita y para todos. En esta vida y en la otra nada es gratis. La gran pregunta no es porqué sino ¿para qué? ¿La universidad es para todos? ¿Todos quieren asistir y contar con un título? Cierto que el cupo en las universidades de prestigio académico es limitado, pero la institución nación en el seno del privilegio económico para poder uno, subsistir y dos, de acuerdo con Don Moisés Sáenz “establecer criterios objetivos para impulsar el desarrollo de un país a través de sus mejores estudiantes”. Todo lo construido hasta nuestra era ha sido producto del esfuerzo individual de las personas que han logrado superarse. Ayer sinónimo de asistir a la universidad para aprender algo. Hoy, con el acceso a la tecnología del 48% de la población mexicana, es buscar la mejor oportunidad para aprender y crear sinergias en el impulso de la innovación y tener libertad para emprender. No solo se trata de ingresar a las instituciones de educación superior por matricularse, es tener claridad en el país que deseamos apostar y que necesitamos para llegar ahí. Aunado a esto, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en junio la tasa de desempleo de la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 3.5 por ciento, reflejando un aumento comparado con el mismo mes de 2018. ¿Qué nos asegura que en cuatro años necesitamos una masificación – que ya existe – en determinadas carreras universitarias? Es más, de acuerdo con el portal Universia y el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) las carreras con mayor proyección laboral para los próximos cinco años están en los campos de tecnología y Salud. En México, a pesar de estos y otros indicadores, el grueso de los jóvenes en edad de cursar educación superior tienen en el área de humanidades su primera y segunda opción. Me parece que, una vez más, si nos apegáramos a la evidencia y objetivos mas claros, tendríamos una tendencia mas positiva en este componente.
Jóvenes construyendo el futuro. De acuerdo con información oficial estos programas – que arrancaron sin reglas de operación – han reclutado a 850 mil becarios en 156 mil centros de trabajo verificados. Tarea muy loable. Sin embargo, el verdadero reto estará en dos vertientes: mantener o incrementar estas vacantes en determinadas industrias. Al paso del tiempo, la retención de personal calificado para la industria ha sido un dolor de cabeza difícil de palear por una constante, los jóvenes desean ingresar a la universidad. La segunda tiene que ver con mantener el ritmo presupuestario para este programa. Destinar tres mil millones de pesos a un programa con grandes expectativas, hay que decirlo, es una inversión riesgosa. Sumado a otros montos ya establecidos la cifra es seductora y exorbitante, dependiendo a quien le preguntes. Aquí la gran pregunta es si la retribución al estado y a la sociedad es significativa. En los números de la fundación Chile Avanza, no parece muy alentadora. Los jóvenes se movieron hacia el esquema universitario y otros, la gran mayoría, permaneció en este esquema, sin embargo, los propietarios no establecieron esquemas de desarrollo profesional a estos chicos, mucho menos seguridad laboral ni social. Pareciera que la lección está aprendida, pero dista mucho de comprender los contextos cuando no existe un diagnóstico preciso de este programa.
Cada uno de estos componentes, sustentado en los pilares de la nueva ideología progresista de la justicia social, parecieran dar la impresión de que son viables (por no decir necesarios) y sustentables. Nada mas fuera de la realidad. Para hacerlas viables se necesitó aplicar el activo derivado de la austeridad republicana, la lucha contra la corrupción (sic) y el desmantelamiento de instituciones. Para arrancar fue una estrategia notable en aras de la retórica social demócrata vertida en campaña. Pero el reto está para los siguientes años. ¿Cómo sostendremos estos programas? Si cree amigo lector que el Estado imprime dinero para tomarlo cuando es necesario, temo decirle que esta equivocado.
Hoy son tiempos de definiciones, no en el sentido de multiplicar el discurso progresista de división, sino de informarse como ciudadano y establecer parámetros que nos permitan visibilizar con razonamiento lo que ocurre en el país. Seamos críticos, busquemos la discusión con argumentos y demos la batalla de las ideas con sentido del bien personal y colectivo. La escuela, y en específico la universidad, debería ser el espacio idóneo para debatir las ideas, no replicarlas sin mayor oposición y mucho menos darle visto bueno al adoctrinamiento ideológico.
- - - - - * Director General de Sembrando Horizontes A.C.
Twitter: @FhernandOziel Facebook: Fhercho Cruz Sembrando Horizontes A.C. (2018) Es una organización de la sociedad civil que promueve y defiende el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en el estado de San Luis Potosí a través de investigación aplicada, activación ciudadana y el impulso de proyectos educativos innovadores.
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