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La violencia es una línea muy delgada, que podemos cruzar sin darnos cuenta en cualquier momento, en nuestro hogar con nuestra familia, en la calle al transitar, en los espacios públicos, en los laborales, en las redes sociales (otro espacio público donde se exacerba la violencia) y así en todos los momentos, de las relaciones humanas
02:06 miércoles 17 junio, 2020
ColaboradoresLa violencia es una línea muy delgada, que podemos cruzar sin darnos cuenta en cualquier momento, en nuestro hogar con nuestra familia, en la calle al transitar, en los espacios públicos, en los laborales, en las redes sociales (otro espacio público donde se exacerba la violencia) y así en todos los momentos, de las relaciones humanas. De igual manera cualquier tipo de violencia, puede estar presente en cualquier espacio de nuestras vidas, desde la más sutil y graciosa, hasta las más letal y lamentable, esta se va acrecentando con la aceptación de la víctima y la presión del agresor. A partir de la llegada de la pandemia Covid 19, que nos confino en nuestros hogares y después de ya casi 3 meses de estarlo, con los golpes económicos en la reducción de nuestro salario, la perdida de nuestro empleo. Ya tenemos miedo, incertidumbre, frustración y enojo. A lo que sumamos los discursos políticos, que generan división entre los mexicanos, que nos invitan a ver a quien piensa diferente, como un enemigo y no a entender que las diferencias enriquecen la tolerancia y la diversidad de opciones para resolver un problema y que débenos sumar las coincidencias para dar fortaleza a la construcción de un mejor País. Es la primera vez que México enfrenta una tragedia o crisis estando dividido, en otras situaciones hemos sacado lo mejor de nosotros, para afrontar cada uno y en conjunto lo que nos duele y hacer así juntos, menos doloroso el trayecto de una tragedia nacional o una crisis. Además de todos estos factores que se detonaron, en el “caldo de cultivo” de la confinación del encierro de la pandemia, para hacer crecer la violencia que recibimos constantemente, la inquietud y el miedo del encierro, la frustración y desesperación de la falta de recursos económicos, para dar los satisfactores a nuestra familia y a nosotros mismos, con la agresiva postura de los discursos que dividen a los mexicanos, constituyen estos factores el peor de los pronósticos, para un país que necesita siempre esperanza. Estos entornos envolvieron la indignación y las protestas, que se detonaron con las imágenes que circularon en los Estados Unidos y después en el mundo entero, al ser testigos el pasado 25 de mayo, como la policía de Minneapolis Minnesota, con graves excesos en su detención, termina con la vida de un ciudadano norteamericano, George Floyd, que genero la molestia histórica de todo un país, que después se sumó y replico en México, al darse a conocer, como la Policía Municipal de Ixtlahuacan de los Membrillos, Jal. También con innecesarios excesos, termino con la vida del joven Giovanni López, encendiendo la molestia y la reacción de todo el país y en particular en Jalisco, donde las manifestaciones de indignación se dieron de una manera impresionante. A las cuales se sumaron otros Estados del País, entre las cuales también se realizaron en San Luis Potosí, donde el pasado viernes 5 de junio, jóvenes activistas, se reunieron en la Plaza de Armas de nuestra ciudad, para hacer un fuerte llamado de atención a las autoridades, en reclamo a los excesos policiacos, situación que se salió del control de los manifestantes y de la misma autoridad de seguridad, para concluir con la quema de algunas patrullas y un extremo vandalismo en la sede del Congreso del Estado, donde con un amplio lapso de tiempo (más de una hora y media) los manifestantes, trasformados en “vándalos” barrieron con todo lo que encontraron a su paso, sin la intervención de los elementos de ninguna de las policías, Municipales, Estatales o la Guardia Nacional, hasta después del “arribo” al estilo de las películas, donde estos tomaron el control de las destrozadas instalaciones del Congreso, con el busto de Ponciano Arriaga como testigo, arrumbado a un costado de la plaza, junto a una bandera mexicana en llamas y los rostros incrédulos de todos lo que presenciábamos esta destroza manera de manifestarse contra la violencia, si con más violencia. Ya tenemos, división, impotencia, intolerancia e indignación
Debemos reflexionar el momento en que nos encontramos, no solo en nuestro país, si no en el mundo entero, esta situación sanitaria, que se volvió una crisis económica y que no debemos permitir que se vuelva un “carnaval e violencia”, donde el fin justifique los medios. Todos estos sentimiento reunidos, son el combustible que solo espera una pequeña chispa para encender una llama incontrolable, y así está sucediendo. La fragilidad que la vida humana experimenta, con la presencia de un virus que nos amenaza, la incertidumbre que nos agobia, que se suma la fragilidad mental que detona un miedo que nos congela y la violencia que nos ciega que se vuelve un estallido incontrolable, que arrasa con todo, desde nuestra integridad, nuestra dignidad, hasta llegar a nuestra paz. La única receta para conservar la paz y lograr un equilibrio en esta época tan complicada y difícil de entender, es la presencia en nuestras vidas de los valores, acompañar nuestros días de respeto, libertad, justicia, tolerancia, equidad, honestidad, responsabilidad y lealtad para poder recuperar la paz. Logremos un equilibrio sin dar paso a la violencia, que lo único que nos dará es cosechar más violencia, en todos los espacios de nuestras vidas.
Quédate en Casa
Jorge Armendáriz Gallardo
Correo: [email protected]
Twitter: @Potosinos_slp