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La permanente violencia que vive México nos acostumbró a verla normal. La pesadilla nunca cambia, solo se pone peor cuando quien es violentado es uno de los nuestros, de nuestra familia, amigos o conocidos
00:06 martes 9 junio, 2020
Colaboradores¿Cómo detener la escalada de polarización y violencia que recorre el país?. Ya vimos que fácil es generar división a través de conferencias de prensa o, incluso, el disturbio en la plaza, donde se puede incendiar en 15 minutos un Congreso del Estado de San Luis Potosí. La permanente violencia que vive México nos acostumbró a verla normal. La pesadilla nunca cambia, solo se pone peor cuando quien es violentado es uno de los nuestros, de nuestra familia, amigos o conocidos. Lo que hoy ocurre en todo México tiene su causa en gobernantes que no han contenido la violencia; tiene su causa en un nuevo régimen que llegó a la Presidencia de la República no para construir, sino para cobrarse todas las que le habían hecho; tiene su causa en “nuevos actores” políticos que no tienen la estatura para conducir decisiones políticas, de gobierno. El ejercicio de la política no tiene el propósito final de eliminar al adversario. Quien hace política construye acuerdos, tolera a quien es diferente, debate, sirve, ayuda. Quien hace política no ejecuta acciones violentas. Quien imagina que el incendio de nuestras instituciones, aunque se trate de un edificio, le permitirá avanzar en el control del poder, está muy equivocado. San Luis Potosí tiene una larga tradición de luchas cívicas y políticas, donde miles de personas se han reunido en las plazas para demandar cambios, pero por fortuna siempre tuvimos, ahora si podemos decirlos con todas sus letras, grandes dirigentes y gobernantes que mantuvieron la ecuanimidad, la prudencia. Quienes vivimos el movimiento del doctor Salvador Nava a principos de los años 90 experimentamos situaciones de mucha división entre los sectores de la sociedad. Logramos superar la polarización gracias al empeño de los gobernantes estatales que dedicaron sus esfuerzos hacer política, a incluir en sus administraciones a gente que pensaba diferente y, permitieron y promovieron reformas democráticas. Después de 30 años de estabilidad social, con todos sus defectos, no podemos descuidar la plaza y permitir que unos cuantos prendan fuego a nuestro presente y futuro. No exagero. La descomposición del ambiente político y la polarización violenta daña a los buenos y entrona a los perversos. En estas horas definitivas, toca a cada quien hacer lo que le corresponde. Existen herramientas legales y políticas para atender la contingencia. En los próximos años podríamos estar arrepintiéndonos de no haber hecho lo que correspondía.