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Con acusaciones de pedofilia contra artistas y ataques a figuras feministas; la derecha radical brasileña continúa adquiriendo fuerza
07:22 lunes 20 noviembre, 2017
MundoUn movimiento de extrema derecha acompañado de un discurso de odio se comienza a manifestar en Brasil a poco menos de un año de las elecciones presidenciales, en las cuales se perfila un candidato que hace apología pública de la tortura y alarde de su homofobia. Actualmente, en las redes sociales se difunden mensajes cargados de odio e intolerancia como el de que los artistas y las feministas fomentan la pedofilia, y que el ex Presidente Fernando Henrique Cardoso, y el multimillonario estadounidense George Soros patrocinan el comunismo. Hace poco, intentaron agredir en Sao Paulo a la filósofa Judith Butler, al grito de "quemen a la bruja". En el país sacudido por la corrupción y la crisis política, que empieza a salir de la depresión económica, es posible que la Policía se presente en un museo para confiscar una obra o que el comisario de una exposición espere la llegada de las fuerzas de seguridad para conducirlo a declarar ante una comisión que investiga los malos tratos a la infancia. "Esto era impensable hasta hace poco. Ni en la dictadura ocurrió esto", señala Gaudêncio Fidelis, quien se ha visto estigmatizado casi como un delincuente por organizar exposiciones. Su crimen fue organizar en Porto Alegre la exhibición Queermuseu, en la que conocidos artistas presentaron obras que invitaban a reflexionar sobre el sexo. En las redes sociales se organizó un alboroto con el argumento de que era una apología de la pedofilia y la zoofilia, tanto que el patrocinador, el Banco Santander, ante la amenaza de un boicoteo de clientes, decidió cerrarla. "No conozco otro caso en el mundo de una exposición de estas dimensiones que fuera clausurada", lamenta Fidelis. Sobre el artista pesa ahora una orden para que la Policía lo conduzca a declarar a la comisión del Senado sobre malos tratos a los niños. Como él, también están llamados el director del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo y un artista que protagonizó una presentación en la que aparecía desnudo. La Fiscalía llegó a abrir una investigación después de que se difundiesen imágenes en las que se veía a una niña tocando un pie del artista. "Pedofilia", acusaron de nuevo en las redes. La misma acusación que cayó sobre una de las glorias nacionales, el cantante Caetano Veloso. El responsable de involucrar a los artistas en la investigación parlamentaria sobre los abusos a la infancia es el senador y pastor evangélico Magno Malta, conocido por su extremismo y sus modales exaltados. Pero los organizadores del escándalo en las redes no tienen nada de religiosos, ya que son un grupo de jóvenes que hace un año, durante las masivas movilizaciones para pedir la destitución de la Presidenta Dilma Rousseff, lograron encender a buena parte del país. Con su desenfado juvenil y su aire pop, los chicos del Movimiento Brasil Livre (MBL) parecían representar la cara de un país nuevo que rechazaba la corrupción y abogaba por el liberalismo económico. De la noche a la mañana se convirtieron en figuras nacionales. En poco más de un año su rostro ha mutado por completo. Lo que se presentaba como un movimiento de regeneración democrática es ahora una potente maquinaria que explota su habilidad en las redes para difundir campañas contra artistas, hostigar a periodistas y profesores señalados como de extrema izquierda o defender la venta de armas. Además de una legión de internautas, cuentan con poderosos apoyos como los alcaldes de Sao Paulo y Porto Alegre; o el dueño de la mayor cadena de tiendas de ropa del país, Flávio Rocha, quien en un artículo advirtió que dicho tipo de exposiciones forman parte de un plan en las esferas más sofisticadas del izquierdismo como medio para llegar al comunismo. "Hasta los años 90, estas campañas provenían de colectivos extremistas evangélicos, pero ahora estamos ante un fenómeno nuevo, el conservadurismo laico", explica Pablo Ortellado, profesor de Gestión de Política Públicas en la Universidad de Sao Paulo. "Este tipo de guerras culturales está ocurriendo en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, aunque aquí tienen colores propios. Se aprovecharon los canales de comunicación organizados durante las movilizaciones por la destitución de Rousseff. "Surfeando esa ola, se ha creado un nuevo movimiento conservador con un discurso antisistema y muy oportunista, porque que ni ellos mismos creen muchas cosas de las que dicen. Pero es extremadamente preocupante. Tengo 43 años y jamás había vivido algo así", señala el especialista. En este clima, los brasileños serán llamados a las urnas dentro de un año para elegir nuevo presidente. "Y me temo una campaña violenta en un país superpolarizado", finaliza señala Ortellado. 'Los artistas merecen ser fusilados' Según las encuestas, el diputado Jair Bolsonaro cuenta con el 20 por ciento de la intención de voto, solo por detrás del ex Presidente Lula da Silva. Bolsonaro se ha distinguido por comentarios como los que ha dirigido a la comunidad artística. "Merecen ser fusilados", ha afirmado en algunas ocasiones. Fusilar es una actividad que emociona al también ex militar y candidato a la presidencia, quien en ocasiones anteriores ha lamentado que el ex Presidente Cardoso no fuese ejecutado cuando era opositor a la dictadura que gobernó el país entre 1964 y 1985. El año pasado, Bolsonaro dedicó su voto a favor de la destitución de Rousseff a uno de los mayores torturadores de la dictadura. Y hace poco posó orgulloso con una camiseta que tenía estampado "Derechos humanos, estiércol de la escoria social". Los estudios del mayor instituto privado de demoscopia, Datafolha, revelan que el 60 por ciento de sus seguidores son jóvenes menores de 34 años. El fenómeno Bolsonaro, explica Mauro Paulino, director de Datafolha, se alimenta del miedo que se ha apoderado de la sociedad brasileña. Un 60 por ciento de la población confiesa que vive en un territorio controlado por alguna facción criminal. Cada año son asesinados 60 mil brasileños. Y los partidarios de la venta libre de armas han crecido del 30 por ciento al 43 por ciento desde 2013. Pero fuera de la cuestión de la seguridad, y pese al ruido cada vez mayor de los grupos ultraconservadores, tampoco hay datos para afirmar que la mayoría del país haya derivado hacia posiciones reaccionarias. De hecho, en los últimos cuatro años, los defensores de los derechos de los homosexuales han pasado del 67 por ciento al 74 por ciento. -- Reforma