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En la Colonia Los Ángeles, al oriente de Chilpancingo, la gente se tira al suelo al escuchar balazos, que ocurren a cualquier hora del día
08:10 lunes 22 enero, 2018
México
La gente que come tranquilamente gorditas en un puesto de fritangas afuera de una cancha de futbol de la Colonia Los Ángeles se tiró al piso al escuchar ocho balazos. Momentos después apareció en el piso de la Calle Prolongación Heroínas del Sur el cuerpo sin vida de un joven al que sólo se sabe que le apodan "El Ojos". Hace casi un año, dos de los familiares de la víctima fueron abatidos a tiros por un grupo armado en esta misma colonia, ubicada en la zona oriente de Chilpancingo, que se ha convertido prácticamente en tierra de nadie. En esa ocasión, los parientes de "El Ojos" se trasladaban en un automóvil con placas del Estado de México por la Calle Velázquez de León cuando fueron abatidos al parecer por un individuo que iba caminando y que escapó todavía enseñando el arma. "El Ojos" corrió ayer con la misma suerte y, como en otros casos de violencia, nadie dijo algo, pues la gente sabe que cualquier testimonio pondría en riesgo su vida. Desde 2015, la violencia en esta demarcación ha sido constante con ejecuciones y balaceras a cualquier hora del día, lo que la gente ya ve como algo normal. Incluso los espectadores de los partidos de futbol que se celebran en la cancha deportiva han corrido peligro porque han presenciado ataques armados afuera y adentro del campo. Aquí, el pasado 31 de diciembre, afuera de las instalaciones de la feria de Navidad y Año Nuevo, un grupo de policías municipales detuvo a los jóvenes Jorge Arturo Vázquez Ocampo y Marco Catalán Cabrera luego de que presuntamente protagonizaron una riña. Los hombres, que presuntamente fueron entregados por la Policía a varios individuos armados, aparecieron muertos a tiros tres días después. En el asesinato de ayer, registrado frente a la cancha deportiva y a un costado de las instalaciones de la feria, la gente se tiró al piso al escuchar la descarga de balas. Ocho casquillos quedaron regados en el pavimento. La gente señala que el individuo que mataron se encontraba con su esposa en la banqueta. "A ella no le hicieron nada, fueron hacia él", señaló escuetamente una persona. Los familiares metieron el cuerpo ensangrentado a su vivienda cuando se dieron cuenta de que ya había fallecido. Ni siquiera hablaron a la Cruz Roja. Encima de la sangre regada en el piso colocaron un suéter negro y una veladora que prendieron, pero que fue apagada por el viento. "Ya ni para correr ni tirarme al suelo porque de todas formas cuando te toca ni porque te muevas por todos lados", dijo una mujer que vive en una casa cercana. Elementos del Ejército y la Policía Estatal llegaron al lugar sólo para resguardar la zona del crimen. Personal de la Fiscalía General de Justicia convenció a los familiares de que entregaran el cuerpo para llevarlo al Servicio Médico Forense (Semefo) para realizarle la necropsia. "De qué sirve que entreguen el cuerpo, porque aparte de que cobran mucho dinero para entregarlo nunca realizan las investigaciones", indicó una mujer. Personal de la Fiscalía y peritos entraron a la casa donde vivía la víctima, una vivienda de bajareque de fachada blanca, techo de lámina galvanizada y con una imagen de más de dos metros de San Judas Tadeo pintada en la entrada. La familia apenas iba a realizar en febrero los rezos del primer año del fallecimiento de dos de sus parientes y ahora está por velar a otro. -- Reforma