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Todavía hay muchas cosas que ver por delante. Lo que creo es que sin serlo realmente, Anaya es el enemigo a vencer en este momento para el PRI, en un afán desesperado, en una reacción de gato acorralado para poder sacar adelante su supervivencia
00:04 lunes 5 marzo, 2018
VIRALES“Las elecciones y el Gobierno son ingredientes cuya mezcla siempre resulta explosiva…
o cuando menos huele mal.”
Nos encontramos en período de intercampañas entendido como aquel en que no hay campañas y falta tiempo para que den inicio formalmente. Sin embargo es claro que hay contienda y golpes de todos calibres y que de todos modos partidos y candidatos siguen adelante con las contra campañas o las campañas negras, las de propaganda negra, las campañas de suciedad, de arrojar más lodo al que más se pueda y al que más interese. Aquí podemos ver a un cambio de actitud y no un cambio de estrategia en el partido en el poder, que inopinadamente en apariencia, ha empezado a atacar aunque ya no como antes, a Andrés Manuel López Obrador que es hasta ahora el puntero en las encuestas, pero mucho más a fondo, si no es que rabiosamente al segundo lugar que es Ricardo Anaya. ¿Es esto una estrategia o un gesto desesperado? ¿Acaso se trata de tumbarlo para quedarse solos en una pelea con Andrés Manuel? ¿A qué le tiran? ¿A que los panistas lo vayan a quitar? Cordero y Margarita no hacen primavera, no son suficientes golondrinas para tal cosa. Así que es muy difícil aprovechar su amargura, por lo que parecen haberles acercado un empujoncito con la PGR. Acaso por la inusual y muy evidente embestida en contra de su candidato es por lo que el “jefe Diego” se ha apresurado a decir “que solamente matándolo van a quitar (de candidato) a Ricardo Anaya”. Ojalá que las cosas no lleguen a ese extremo, pero la situación comienza a parecerse a tiempos que creíamos superados o hasta olvidados allá en las épocas del Enriquizmo o de Juan Andrew Almazán, en los que el México Bronco seguía embroncado; épocas en las que la política no era muy creativa o simplemente no era política sino guerra intestina; las pistolas se llevaban al cinto y con ellas se pensaba más rápido “para no complicarse la vida” en aquella paradoja existencial y machista que abusaba burdamente y con descaro del “ser la autoridad". Todavía hay muchas cosas que ver por delante. Lo que creo es que sin serlo realmente, Anaya es el enemigo a vencer en este momento para el PRI, en un afán desesperado, en una reacción de gato acorralado para poder sacar adelante su supervivencia y la supervivencia está en lo que pueda resultar tumbando y deshaciendo al panismo, poniéndolos en un enorme pleito que si lo logran, acaso represente la asunción de un panista que de alguna manera represente el Nuevo Plan B del tricolor. Espero que esto no acabe con problemas más graves que afecten a la población. Sobre todo considerando las condiciones tan delicadas que ahora transcurren a nuestro lado en cualquiera de las calles de la República, en que meta poderes o poderes fácticos que ni en las épocas que recordábamos antes existían. También hay que ver (deberían hacerlo quienes aconsejan o dirigen esas estrategias que poco o nada tienen de política) que ya hay muchísimos ojos y oídos más, dentro y fuera del país, en organizaciones civiles y Estados Nacionales con poder, al pendiente de lo que sucede en nuestro México. El costo de un empecinamiento caprichoso o la desesperación de percibir sanciones por irregularidades que salieran a flote en un futuro cercano; o la simple falta de imaginación de la que otrora hacía gala el Revolucionario y que hoy la cúpula que lo dirige parece haber olvidado o direccionado hacia estrategias de investigación detectivesca en busca de inhabilitaciones o cárcel para los adversarios políticos en lo que quisieran constituir como una nueva disciplina de politología criminal, con tal de agradar al superior jerárquico, que sin saber quién es, suponemos se trata de un tipo emberrinchado en grado superlativo; esa posibilidad de que triunfe la violencia y la utilización de las instituciones en claro afán electoral, puede derivar en un costo mucho mayor y de graves consecuencias para todos los sectores de la sociedad mexicana, es decir “un peligro para México”. Todas estas suposiciones vienen a cuento porque ni siquiera han comenzado realmente las campañas y ya se está echando mano de medidas extremas, de mayor costo que la misma derrota, salvo que haya más cadáveres en el ropero de los que suponemos o que de muchas maneras hasta conocemos usted y yo, como cualesquier ciudadano. El tricolor o el Gobierno confirma con sus actitudes el sentimiento de Gato Acorralado y así lo percibe la población cuando recurre a esas prácticas tan cuestionables en momentos electorales; pero si su reacción sigue siendo de esa manera, tal como un animal acorralado, se torna peligroso para cualquiera con tal de encontrar la salida. La estadística de desaparecidos en decenas de miles, de homicidios no aclarados, de periodistas muertos, de candidatos que solo en este proceso así como en el pasado reciente de este mismo sexenio se han registrado, no abonan para otra cosa. Ojalá que más allá del primero de Julio el animal acorralado no sea el pueblo… no lo acorralen.