La australiana Ashleigh Barty demostró por qué es la número uno del mundo en la primera ronda del Abierto de Australia después de vencer 6-0, 6-0 a la montenegrina Danka Kovinic.  La tenista de 24 años estuvo casi un año fuera de las canchas por la pandemia, jugó su último partido en las semifinales del Qatar Open a finales de febrero de 2020. Regresó a su país tras la derrota y ha permanecido ahí desde entonces. Decidió que no volvería a la acción cuando la WTA reanudó actividades en agosto y poco después, anunció que no defendería su corona en Roland Garros y que se perdería el resto de la temporada 2020 por las complicaciones de entrada y salida de su país debido al covid.  En cambio, decidió que no se estresaría por la falta de competencia y que dedicaría su tiempo a entrenar, jugar golf recreacional y pasar tiempo con sus perros y su familia. Cuando se especulaba que la falta de actividad durante 11 meses podría cobrarle factura, regresó a las canchas en el Yarra Valley Classic, uno de los tres eventos WTA previos al Abierto de Australia y se coronó al derrotar en la final a Garbiñe Muguruza. “Definitivamente disfruto más los años en los que puedo ponerme a prueba cada día y cada semana. En su momento consideré que no salir de Australia era la mejor decisión, pero sé que he hecho el trabajo adecuado con mi equipo y nos hemos ganado el derecho de jugar a este nivel. Siempre queda la incertidumbre al arranque de una temporada, sobre todo después de tanto tiempo sin competir, pero ya extrañaba el tenis”, mencionó Barty quien aspira convertirse en la primera tenista local en 43 años, en ganar el Australian Open.  EXCÉLSIOR