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En una de sus múltiples ponencias, ante un grupo de siquiatras, el Sr. Jim Rohn aseveró conocer lo que causa el mayor daño que sufren las mentes de los hombres.
20:50 domingo 31 marzo, 2019
ColaboradoresEn una de sus múltiples ponencias, ante un grupo de siquiatras, el Sr. Jim Rohn aseveró conocer lo que causa el mayor daño que sufren las mentes de los hombres.
Algunos preguntan incrédulos: ¿Cree saberlo Sr. Rohn? ¿Qué es lo que más daña la mente de los hombres? El gran filósofo contesta: Creo saberlo: lo que causa el mayor daño a la mente de los hombres es hacer menos de lo que pueden, no hacer su mejor esfuerzo: infringe un profundo daño síquico. Baja la autoestima y poco a poco va minando su capacidad creativa e iniciativa. Como lo aseveró Virgilio “El hombre puede porque cree que puede” y si no cree poder hacerlo, tendrá toda la razón. De acuerdo con Rohn, en la naturaleza todo tiende al máximo. Al preguntar, él mismo da las respuestas enseguida: ¿Cuánto estiran los árboles su tronco durante su crecimiento de acuerdo a las condiciones en las que se encuentran?
Todo lo que pueden. ¿Cuánto profundizan sus raíces?
Todo lo que pueden ¿Cuántas hojas producen?
Todas las que pueden. Porque en la naturaleza, todo tiende al máximo. El caso del ser humano es una excepción a la regla, ya que ha sido dotado de la inteligencia, la voluntad y la libertad; de cuyo ejercicio puede optar por ser todo lo que puede –hacer su máximo esfuerzo–, o ser solamente una parte –hacer un esfuerzo menor del que puede hacer–.Independientemente de la situación en la que nos encontremos (trabajo, deporte, familia, escuela, etc.) y del resultado que se consiga (malo, regular, bueno o excelente), al realizar nuestro mayor esfuerzo, viviremos con gran intensidad, seremos productivos y buenos con nosotros mismos porque estaremos entregándonos a nuestra familia, a la comunidad, a todo. La acción es lo que nos hará sentir felices. Muchas personas van a trabajar y piensan únicamente en el día de pago y en el dinero que obtendrán por su trabajo. Están impacientes esperando a que llegue el viernes o el sábado, el día en el que reciben su salario y pueden tomarse unas horas libres. Trabajan por su recompensa, y el resultado es que se resisten al trabajo, lo toleran, soportan la acción, no porque les guste, sino porque sienten que es lo que deben hacer. Tienen que trabajar porque tienen pagar el alquiler y mantener a su familia. Son personas frustradas y cuando reciben su paga, no se sienten felices. Tienen dos días para descansar, para hacer lo que les apetezca, ¿y qué es lo que hacen? Intentan escaparse. Algunos se emborrachan porque no se gustan a sí mismos, no les gusta su vida. Cuando no nos gusta cómo somos, nos herimos de muy diversas maneras. Sin embargo, si las personas emprendieran la acción por el puro placer de realizarla, sin esperar una recompensa, descubrirían que disfrutan de cada cosa que lleven a cabo. Las recompensas llegarán, pues el éxito, el poder, el reconocimiento o el dinero, no se persiguen; se atraen: son el resultado de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer.
*Profesor, periodista y coach ejecutivo, Tecnológico de Monterrey, [email protected]