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La inclusión financiera tanto para personas como para empresas equivale a tener acceso a productos financieros tales como una cuenta bancaria que permita guardar dinero y enviar y recibir pagos, y/o contar con acceso a créditos
00:06 sábado 27 junio, 2020
ColaboradoresLa crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ha debilitado en gran medida a los sectores productivos de las economías globales, parte de ello se debe a que el distanciamiento social ha pausado un gran número de transacciones económicas. Sin embargo, la crisis también ha revelado una ventana de oportunidad en la modernización de los intercambios comerciales, producto de la inclusión financiera. La inclusión financiera tanto para personas como para empresas equivale a tener acceso a productos financieros tales como una cuenta bancaria que permita guardar dinero y enviar y recibir pagos, y/o contar con acceso a créditos, seguros y cuentas de ahorro. Dicha inclusión ha tomado mayor relevancia en las últimas semanas, ya que ha facilitado la compra de productos y servicios manteniendo el distanciamiento recomendado, y consecuentemente ha potencializado a aquellos negocios que digitalizan sus cobros o que aceptan pagos con tarjeta. En este sentido, diversos Organismos Financieros Internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos han enfatizado que dicho acceso trae grandes beneficios económicos al representar una palanca de crecimiento y desarrollo, dado que principalmente incentiva el ahorro y facilita créditos para inversiones en proyectos productivos y vivienda. Por otro lado y dada la coyuntura actual, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado realizar el mayor número de transacciones a través de pagos electrónicos, lo anterior bajo el supuesto de que el intercambio constante de billetes y monedas puede derivar en albergar virus y bacterias por un tiempo prolongado. Dicha recomendación, se presenta en momentos donde la tecnología financiera digital, y en particular el aumento del uso de celulares ha facilitado el uso de la banca electrónica.
Sin embrago, a pesar de que México cuenta con una coyuntura favorable para la expansión de los servicios financieros digitales al tener un 62% de la población con acceso a teléfonos inteligentes, aún mantiene amplios rezagos en el acceso y uso de productos financieros. Por mencionar algunos ejemplos, a inicios del 2020: 1 de cada 3 mexicanos no tenía productos financieros ni acceso a créditos, menos de la mitad tenían una cuenta de ahorro para el retiro, 1 de cada 4 contaba con algún seguro, y solo 1.9 millones de personas contaban en la modalidad de cobro digital (CoDi), por otro lado 1 de cada 3 microempresas tenían acceso a financiamiento, y en el caso de las pequeñas empresas sólo 1 de cada 2. Hacia adelante no solo se tiene el reto de aumentar el acceso a servicios financieros, sino también a proveer educación en dicha materia, a fin de que cada vez más mexicanos tengan las herramientas necesarias para tomar decisiones y hacer uso adecuado de dichos servicios. Twitter: @Noemihrb