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Con esta canción amanecía tantos cumpleaños en casa, mientras fui conociendo -como a tantos por mi padre- a quien no ha perdido su trono como “El Rey del Bolero Ranchero”
13:23 martes 1 septiembre, 2020
ColaboradoresCon esta canción amanecía tantos cumpleaños en casa, mientras fui conociendo -como a tantos por mi padre- a quien no ha perdido su trono como “El Rey del Bolero Ranchero”.
“Celebremos con gusto señores
este día de placer tan dichoso…”
Originario del Barrio de Tacubaya en la Ciudad de México, ciudad que con todo su esplendor económico y social diurno de la posguerra y la maravillosa y luminosa vida de la penumbra que se iluminaba con centros nocturnos, cabarets y cantinas, fueron los escenarios donde el niño Gabriel empezó a desarrollar su capacidad nata de cantar. Gabriel Silva Levario, nacido un 1º de septiembre de 1931, encontró en los festivales escolares -primero- y después en los mercados, las panaderías, los gimnasios de box y lucha libre -sus primarias actividades- y en las calles tan románticas del México de aquellos ayeres, los epicentros que fueron formando la voz tan bohemia y personal de quien vio en sus ídolos a Pedro Infante y Jorge Negrete para interpretar la música ranchera. Son los años 50´s, y una vez desarrollada, descubierta y -de alguna manera- pulida su capacidad interpretativa lirica en la Plaza Garibaldi, junto a los mariachis de “El Tenampa” o el “Guadalajara de Noche” para ganarse unos pesos, cantando lo del también joven José Alfredo o Manuel Esperón, sigue recorriendo las calles del Centro histórico capitalino y tocando las puertas de sus bares, hasta grabar uno de sus primeros sencillos y sin duda una de las más bellas de sus canciones: “Tomate una copa”… “…mientras va secando
el llanto que el humo,
en mis ojos dejo”. Es 1955 y habiendo sido animador y cantante del famoso Bar Azteca, nace para la música mexicana con el nombre de JAVIER SOLÍS, logrando hasta 1959 su consagración definitiva con “Lloraras, lloraras”… “Has de ver que mi amor fue sincero,
y que nunca comprendiste mi penar.
Cuando sientas la nostalgia por mis besos:
lloraras, lloraras, lloraras.” No por nada, el gran Frank Sinatra, conviviendo con él en New York, sentenció que “de los pocos que me gustan como cantan es Javier Solís”. Y aun y con el único registro de la imagen congelada donde “La Voz” porta un sombrero charro, a lado “la voz mexicana”, la velada aquella pudo haber sido de ensueño, ¿quién sabe?: Sinatra y Solís, imagínense. El nacionalismo que surgió durante la II Guerra Mundial, propiciaron una actividad artística cinematográfica y musical en nuestro país sin precedentes: la “Época de Oro” del cine nacional y la inspiración musical de quienes le cantaban “a sus praderas y flores que son como talismanes”, a la “Jesusita en Chihuahua”, al “México lindo y querido” y veían en las pantallas a los galantes charros como cortejaban a Dolores del Rio junto a la música más mexicana y simbólica de Manuel Esperón, fueron nombres -hombres y mujeres- y escenarios que reflejaban la vida campirana y que identificaban a nuestro país. Por lo que, aparte de su voz, personalidad y leyenda, la trascendencia artística de Javier Solís descansa también en que, es el cantante que pasa de las rancheras típicas a musicalizar con el mariachi las letras que los boleros solo se cantaban con tríos u orquestas, cogñacs, smokings y pianos. Lo conocí -como he conocido a todos mis ídolos-, gracias a mi padre. En el recuerdo infantil de que, en casa, papá siempre amenizaba nuestros cumpleaños a las 7:00 de la mañana con un casete color gris y la bonita interpretación de “En tu día” y “celebremos con gusto señores, este día de placer tan dichoso…” de Javier, muy temprano, despertando el día de fiesta de mis 3 hermanos, de mamá, el mío o el de él… era reciproca la desmañanada. Fue Javier Solís quien despertó muchos de mis cumpleaños. No lo olvido. “Y la luna se llena de encanto
Al saber que hoy es día de tu santo
Dios bendiga este día de placer”. Es Javier Solís quien consagra su voz en 25 discos, sus “Sombras”, un “Payaso”, su “Viejo San Juan”, “Las rejas no matan”, “Moliendo Café”, un “Esclavo y amo”, la “Fantasía Española” de “Granada” o “Silverio” y una “Entrega total” junto a más de 379 canciones que grabara en 10 años de trayectoria. Es Javier Solís, a quien solamente le bastaron 10 años hasta 1966 y 34 años de edad, para alcanzar la gloria y el recuerdo de quienes seguimos cantando sus éxitos y reconocemos en él, a una de las voces más grandes de la música mexicana y seguimos guardando su trono eterno como “El Rey del Bolero Ranchero”. Gustavo I. Robledo Guillén