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Los procesos consecuentes con la construcción de las leyes secundarias de la reforma educativa se encuentran avanzando en muchos frentes
08:11 miércoles 19 junio, 2019
ColaboradoresLos procesos consecuentes con la construcción de las leyes secundarias de la reforma educativa se encuentran avanzando en muchos frentes. Autoridades educativas, congresos locales, sindicatos, sociedad civil han empezado a sumar a la discusión sobre los reglamentos y lineamientos específicos que deberán hacer realidad lo plasmado en la Constitución de nuestro país. Mientras esto sucede, podemos advertir un clima enrarecido respecto a la conceptualización de la escuela que, siendo sincero, me preocupa. Me parece que la escuela, mas allá de su infraestructura física, tienen que ser el instrumento para superar el contexto, no su reflejo. Esto nos lleva a cuestionarnos las razones de percibir las escuelas para pobres en contextos pobres, escuela para ricos en zonas exclusivas o bien, escuelas con tradición histórica que solo repiten la fórmula generación tras generación. Aunado a esto, existe otro fenómeno que desde hace décadas estamos implementado en nuestro país. La escuela como instrumento de segregación social. Enseguida matizo, las necesidades educativas de nuestro país han marcado la pauta para ir desarrollando modelos escolares como beneficio a sectores en condición de vulnerabilidad a lo largo de la historia. Sin duda, una visión sensible por parte de las autoridades en esos momentos que, a pesar de las limitaciones lograron objetivos específicos, sin los cuales no tendríamos posibilidades de entablar estas reflexiones. En la primera mitad del siglo XX conocimos las atrocidades de la segregación racial en EE.UU. Las escuelas para blancos que significaban el privilegio y el poder por encima de otros espacios escolarizados para “alimentar esclavos”. En nuestro país, los llamados internados para varones y señoritas forjaron la vida de miles de personas sin olvidar el estigma de “huérfana” o “abandonado”. Como podemos ver, la clasificación de las escuelas, aporta una variante de identidad, muchas ocasiones de manera negativa. En este sentido, ¿qué hemos aprendido de la división social? Hoy, mas de medio siglo después, podemos visualizar escuelas para indígenas en zonas indígenas – excluyéndonos de inmediato a dicha condición – Escuelas de educación especial para niños “especiales” – con condiciones de discapacidad – Escuelas para niños “genio” o con “habilidades sobresalientes”. Incluso en la cotidianidad hablamos de escuelas regulares (¿existen las irregulares?) En esta lógica de ideas, no tardearemos en estar implementando escuelas para niños y niñas que no se identifican con el género masculino y femenino. En este sentido, es complicado hablar de lo que es correcto o incorrecto. Simplemente es tratar de visualizar la transfiguración que el concepto de escuela ha significado para nuestra sociedad. En este punto, sería ingenuo no mencionar los elementos que están alrededor de cada “modalidad” de escuela y que inciden directamente en el derecho a aprender de la comunidad escolar. Por ejemplo, los perfiles de maestros que se han “especializado” en estas líneas de atención o bien, la infraestructura y los presupuestos destinados a cada una de ellas que solo remarcan las desigualdades entre unas y otras. Incluso, algunas instituciones han utilizado estas escuelas alejadas, sin servicios básicos, con nula infraestructura, como “aduana” de los profesores nóveles o de aquellos que cometen faltas “graves” en otros centros escolares. Es decir, la conceptualización de las escuelas como instrumento de segregación, permite contar con una herramienta de control y castigo para ciertas instituciones. En pocas palabras, salir de una escuela en estas condiciones, es sinónimo de progreso profesional. ¿Y los niños? En este punto, derivado de la reforma educativa, tenemos como mandato constitucional, una nueva oportunidad histórica de cambiar este paradigma. La escuela debe vivir un periodo de transición como un espacio natural de inclusión social. Donde, independientemente de nuestra condición con o sin discapacidad, indígena o “no”, si pertenezco a comunidades migrantes, todos llegamos a tiempo, aprendemos lo que necesitamos y participamos en construcción de nuestro aprendizaje para superar nuestros contextos sin necesidad de distinguir “una” escuela de otra por la condición (de vulnerabilidad) de las niñas, niños y jóvenes. Para ello, los profesores con pieza clave. Un agente de cambio con formación en la atención a la diversidad es dar pasos agigantados hacia un nuevo horizonte. Por supuesto que debe tener un acompañamiento especializado de otros agentes para establecer sinergias enfocadas en las necesidades de las niñas, niños y jóvenes, junto al desarrollo de mecanismos de participación efectiva para las familias en la escuela. Familias, profesores, autoridades, sindicatos, legisladores… Esto es el corazón de la construcción de las leyes secundarias. Es momento de concebir a la escuela como un espacio incluyente donde podemos convivir, aportar desde nuestras diferencias y construir futuros de éxito. ¡Vamos por eso! - - - - -
* Director General de Sembrando Horizontes A.C.
Twitter: @FhernandOziel
Facebook: Fhercho Cruz Sembrando Horizontes A.C. (2018)
Es una organización de la sociedad civil que promueve y defiende el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en el estado de San Luis Potosí a través de investigación aplicada, activación ciudadana y el impulso de proyectos educativos innovadores.
www.facebook.com/10xValles