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¿Por qué a algunas personas les va mejor en la vida que a otras que parecen ser más inteligentes o que cuentan con mayores conocimientos?
23:53 domingo 3 febrero, 2019
Colaboradores“No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos.”
Oscar Wilde Seguramente alguna vez nos hemos hecho alguna o algunas de las siguientes preguntas: ¿Por qué a algunas personas les va mejor en la vida que a otras que parecen ser más inteligentes o que cuentan con mayores conocimientos? ¿Por qué algunas, con alto Coeficiente Intelectual (CI) y que se destacan en su profesión, no pueden aplicar esta inteligencia en su vida personal o familiar, que va a la deriva, del sufrimiento al fracaso? ¿Y por qué otras con un alto CI, terminan trabajando para otras que tienen un CI más bajo, pero que saben conectarse, relacionarse mejor e influir en los demás? ¿Qué factores entran en juego, cuando las personas que tienen un elevado CI tienen dificultades y las que tienen un CI modesto se desempeñan sorprendentemente bien? La respuesta generalmente se encuentra en una serie de competencias, que llamamos Inteligencia Emocional, que es una medida en que nuestras emociones favorecen nuestras competencias cognitivas, logrando un equilibrio emocional que nos permita pensar claramente, planificar, evaluar y encontrar mejores soluciones a los problemas y a los conflictos. Definen el límite de nuestra capacidad para utilizar nuestras habilidades mentales innatas, y determinar nuestro desempeño en la vida. La Inteligencia Emocional incluye: el autodominio, la persistencia y la capacidad para motivarse a uno mismo. En la medida en que estamos motivados por sentimientos de entusiasmo y placer, directos o indirectos, con respecto a lo que hacemos -o incluso por un grado óptimo de ansiedad-, esos sentimientos nos conducen a los logros. Es en este sentido que la Inteligencia Emocional es una aptitud superior, una capacidad que afecta profundamente a todas las otras habilidades, facilitándolas o interfiriéndolas. Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad. Lo interesante es que estas habilidades pueden enseñarse a los niños, a los jóvenes y aún a los adultos, dándoles así mejores posibilidades de utilizar su potencial intelectual. La combinación de un talento razonable y la capacidad de seguir adelante ante las derrotas es lo que conduce al éxito, como lo expresó Oscar Wilde en la frase citada al principio de este texto.