Un nuevo motín, donde tres custodios fueron tomados como rehenes, exhibió ayer otra vez el descontrol y el autogobierno de los centros penitenciarios de Nuevo León. Por segunda ocasión en siete meses, en el penal de Cadereyta estalló la rebelión de presos por un presunto rechazo al nombramiento de un director. Durante 17 horas, grupos de internos se confrontaron y en la trifulca tomaron a custodios como rehenes y controlaron áreas estratégicas de la cárcel. El Gobierno estatal sofocó el motín usando la fuerza letal. El saldo fue de 13 muertos y al menos 8 heridos de gravedad. El reporte oficial hasta anoche era que todos los fallecidos eran internos que participaron en el disturbio y al menos dos de ellos fueron abatidos por la autoridad cuando se rescató a los celadores. "Se inició el diálogo para rescatar a los custodios, pero no fue fructífero", relató Aldo Fasci, vocero de Seguridad del Gobierno estatal. "Se dio un plazo hasta las 2:00 de la tarde para que las cosas se tranquilizaran. No se logró, por lo cual ingresó Fuerza Civil inicialmente con armas no letales para poner orden". Mientras adentro se producía la trifulca, afuera del penal los familiares de reos también desataron protestas. Incluso el Procurador Bernardo González fue increpado por parientes de reclusos enardecidos. "Después de haberse privado de la vida a algunos de los internos, y de haber secuestrado y puesto en riesgo la vida de custodios, se hizo uso de la fuerza letal", dijo Fasci. "Los estaban golpeando arteramente y los iban a lanzar desde la azotea", expuso. "Ya no hay marcha atrás en esto. En la medida que suba el volumen de la violencia, pues, tenemos que subir el rango del orden y cómo ponerlo". El funcionario estatal sentenció que las acciones tomadas por el Estado son un mensaje para los internos. "Claro que tenemos que dar un mensaje y ponerle pantalones a esto", sostuvo. -- Reforma