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Se va presentando una arena de política internacional que rompe paradigmas culturales
08:09 sábado 31 julio, 2021
ColaboradoresDespués de una larga espera, finalmente iniciaron los juegos olímpicos de Tokio 2020, si 2020, en tanto que la marca se gestionó de esa manera, y se puede constatar en los logotipos que vemos en los estadios y espacios deportivos preparados por Japón desde el 2019. Así como esta particularidad de marca, más allá del deporte en sí, estas olimpiadas van con Tokio, presentando una arena de política internacional que rompe paradigmas culturales, internacionales, económicos y sociales, aquí algunos de ellos.
Si bien los juegos olímpicos se tenían previstos para el 2020, el comité olímpico y Japón se enfrentaron a la decisión de cancelarlos o bien posponerlos bajo la premisa de que en 2021 la pandemia iba a estar controlada. Ya estamos en 2021, y vemos aún grandes olas de contagio, en gran medida por el surgimiento de nuevas sepas. Por lo que, si bien se tomó la decisión de llevar a cabo los juegos olímpicos (para los atletas un año de espera y entrenamiento hace una enorme diferencia en su rendimiento), a fin de ser prudentes con las circunstancias actuales, el evento se realiza con ciertos protocolos históricos tales como no contar con espectadores en las tribunas, las medallas se las pone cada atleta, se tiene una estricta vigilancia 24/7 estilo “big brother” a fin de rastrear los posibles contagios, y se obligó el uso de la mascarilla todo el tiempo exceptuando al momento de la prueba, para comer y para dormir.
De igual manera, en esta ocasión dos países no compiten en los juegos, Corea del Norte por prevención de posibles contagios, y la Federación Rusa. Este último, no participa en tanto que fue acreedor a una sanción por parte de la Agencia Mundial Antidopaje, que castiga por dos años la participación de Rusia en eventos deportivos internacionales, en tanto que la Agencia consideró que el país intentó encubrir posibles dopajes positivos. Es por ello, que los 330 atletas rusos compiten como independientes bajo el nombre “Comité Olímpico de Rusia”, y no se les permite usar su bandera o presentar el himno nacional en caso de ganar el primer lugar. Dicha sanción, estará vigente de diciembre de 2020 a diciembre del 2022, por lo que el país de Rusia queda también fuera de los juegos olímpicos de invierno en Pekín 2022 y del Mundial de Fútbol en Qatar 2022.
De igual manera, por segunda ocasión se incorpora un equipo olímpico de 29 refugiados, que no compiten en representación de un país en tanto que han sido desplazados por la fuerza de sus estados natales. Impacta el caso de la abanderada del equipo de refugiados, la nadadora nacida en Siria Yusra Mardini, quién tan solo a sus 17 años tuvo que huir de Siria por la guerra una vez que su casa fue bombardeada. Como parte de su trayecto, se subió a un bote hacia Europa, que al transportar a más personas de lo que permitía su capacidad, se empezó a hundir en altamar, por lo que Yusra junto con una compañera se lanzaron al mar para empujar la lancha por más de tres horas hasta llegar a Grecia. Otro caso excepcional del equipo de refugiados, es el del boxeador Eldric Sella, nacido en Venezuela y refugiado en Trinidad y Tobago, quién después de ser eliminado en su primera participación, se disculpó con Venezuela, motivo por el cual Trinidad y Tobago no permitirá el regreso de Sella a dicho país, por lo que al día de hoy Sella se encuentra sin un hogar o país al cual regresar al finalizar las olimpiadas.
Por otro lado, no es de sorprender que si bien el principio de las olimpiadas pretende separar la política del deporte, históricamente se ha utilizado para influenciar el interés político, económico e ideológico. Bajo este contexto, resaltan los boicots de participaciones, la unión de países enemigos bajo una bandera (caso de Corea del Norte y Corea del Sur en 2018), y sobretodo el reflejo del “poder blando” y “marca país" (capitalizan la reputación e influencia de los países) en la competencia deportiva financiada por los mismos gobiernos, buscando resaltar a toda cosa en el medallero. Dicha presión de influencia deportiva, se ha manifestado recientemente en una histórica concientización de las repercusiones en la salud mental de los atletas, liderada por la gimnasta Simone Biles y fuertemente secundada por el aclamado nadador Michael Phelps.
La ya mencionada inversión en el poder blando y marca país, se ve claramente reflejada en la histórica carrera de medallas. En la que Estados Unidos se posiciona como el gran ganador con un total de 2,523 medallas, casi el doble del segundo lugar, la entonces Unión Soviética y adversaria política y económica en la polarizada Guerra Fría que cuenta con 1,010 medallas. Para América Latina, el primer lugar es de Cuba con 226 medallas, seguido por Brasil con 129, Argentina con 74 y México con 69.
Interesante ver bajo esta perspectiva a los dos países que al día de hoy han ganado más medallas en Tokio (y que por mucho superan al tercer lugar), Estados Unidos con 44 (16 de oro) y China con 40 (19 de oro), que en la arena de política internacional mantienen una guerra comercial y una competencia por una pronta recuperación económica. Por cierto, siendo China el único país, que a pesar de la pandemia, sobresalió en el ámbito económico cerrando el 2020 con un interesante crecimiento positivo de su PIB.
Por esto y más, aun quedando más de una semana de juegos, las olimpiadas de Tokio 2020 pasarán a la historia en la política internacional.
Twitter: @Noemihrb