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A esta estrategia nacional, debemos sumar los desafíos que enfrentan los profesores en sus comunidades escolares desde la estrategia virtual “bajada” desde las secretarías de educación locales
00:16 viernes 3 abril, 2020
ColaboradoresHoy se cumplen las dos primeras semanas de cierre temporal de las escuelas como medida de aislamiento preventivo contra la transmisión de la enfermedad COVID-19. En nuestro Estado cerca de 730 mil estudiantes de todos los niveles educativos de sostenimiento público y privado se encuentren en casa con sus familias a medio ciclo escolar con la necesidad de hallar recursos de apoyo para comprender y atender esta situación. Si bien, es de reconocer que la Secretaría de Educación Pública (SEP) respondió rápidamente a la crisis con el cierre de las escuelas como estrategia para contener la propagación epidemiológica, también lo hizo con la creación del programa “Aprende en casa” para apoyar a estudiantes, docentes y familias en la continuación de los contenidos que marcan los programas de estudio vigentes. A pesar de esto, la solución resulta insuficiente para satisfacer todas sus necesidades. Aunque la estrategia por televisión abierta -disponible en Canal Once para educación preescolar y primaria, y en Ingenio TV para secundaria y bachillerato- puede llegar a muchos más hogares que su complemento digital, también enfrenta retos importantes que comprometen el logro de objetivos de aprendizaje trazados en cada una de las comunidades escolares.
A esta estrategia nacional, debemos sumar los desafíos que enfrentan los profesores en sus comunidades escolares desde la estrategia virtual “bajada” desde las secretarías de educación locales. A través de entrevistas telefónicas o video llamadas con 52 docentes en las cuatro regiones del Estado, logramos identificar aciertos valiosos, pero también condiciones que profundizan las brechas de aprendizaje.
Primero para entender el contexto escolar, de acuerdo con la plataforma del Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED) en San Luis Potosí, contamos con 8 mil 474 escuelas de educación obligatoria, de las cuales 7mil 523, casi 9 de cada 10, es de sostenibilidad pública. En este panorama, el 70% de las escuelas preescolares, primarias secundarias se encuentran en poblaciones con condiciones de muy alta y alta marginación, mientras que en bachillerato es el 50%. Es decir, 306 mil alumnos ya observan una desventaja asociado a su contexto de desarrollo y la escuela, al menos presencialmente, permitía una oportunidad para superarlo.
Aunque esta cifra representa el 40% del total de alumnos en San Luis Potosí, no podemos dejar de señalar que el sistema sigue esquemas de atención que privilegian a una mayoría de personas, pero que siguen dejando a su suerte a una porción de la población que, al menos en la estadística necesitan algo más de nuestras autoridades.
Esto no quiere decir que en regiones como el Centro estén exentos de situaciones que provocan barreras para el aprendizaje. La falta de organización y de atención de las familias para comprender la situación de los profesores y la comunicación deficiente entre estos actores genera vacíos difíciles de dar seguimiento a los objetivos planteados.
Por otro lado, la incertidumbre de las familias por su economía no permite que destinen tiempo a las actividades de la escuela. Esto conlleva riesgos en la convivencia de los integrantes como tensiones y desinterés por el aprendizaje de sus hijos. Sin embargo, la ventaja de estar en contextos donde la infraestructura digital y el acceso a internet es una constante, permite a las niñas y jóvenes y a sus familias interactuar con otros a la distancia, ver videos o información sobre temas que les interesan, aprender una nueva habilidad. Reconocer distintos contextos, permanecer informados. Todo esto acompañados de sus profesores de clase a través de plataformas virtuales donde incluso organizan videoconferencias con otros profesores de países de Latinoamérica para que los estudiantes intercambien sentimientos y experiencias sobre la situación actual que viven en casa, lejos de la escuela.
En contraparte, en las regiones Altiplano, Media y Huasteca de nuestro Estado, las condiciones en la mayoría de las poblaciones son diferentes. Ante la falta de acceso a entornos virtuales, los profesores, ante la premura de las definiciones, se ciñeron a las indicaciones de las supervisiones escolares, optando por el “el repaso” de contenidos con ayuda de materiales impresos, cuyo costo absorbe la escuela o el mismo docente. Algunos colegas han mencionado que la comunicación es nula o poco frecuente con las familias de sus estudiantes. Su única oportunidad de interacción fue la semana previa al cierre temporal de clase y refieren que ya denotaban ausentismo escolar.
En este universo, el teléfono celular se ha convertido en un instrumento indispensable para la labor de los profesores. Herramientas de mensajería instantánea como WhatsApp han demostrado una eficacia considerable, la mayoría de los profesores han podido mantener comunicación con las familias y sus alumnos en determinados horarios, responden dudas sobre los materiales elaborados y hacen video llamadas para no “olvidarse y seguir juntos”. De igual manera, grupos en la red social de Facebook han permitido dar seguimiento a las actividades de niños y jóvenes. Sin duda, para los docentes ha significado una oportunidad de aprender a integrar este dispositivo para el aprendizaje de todos.
Sin embargo, en comunidades realmente alejadas que no cuentan con el servicio de telefonía móvil, los docentes expresan una frustración y preocupación legítimas. Comentan la incertidumbre de saber cómo están sus estudiantes y si realmente están destinando parte de su rutina a realizar las actividades o bien, si los padres cuentan con tiempo o recursos para acompañar a sus hijos en esta contingencia. Ante la falta de oportunidades de contacto y de seguimiento, consideran que el rezago escolar se incrementará inevitablemente porque, de acuerdo a sus entornos, los niños y jóvenes no cuentan con espacios de sano desarrollo o bien, con materiales en casa que les ayuden a seguir adelante y además, una nula o poca convivencia familiar, por analfabetismo de sus padres o por falta de práctica de la misma.
En este panorama de desigualdad, aun surgen inquietudes respecto del rol de los profesores. Si bien es cierto que los contenidos son valiosos, la evidencia nos marca que otros factores están siendo descartados por el trabajo operativo de “cumplir” con un programa académico. Por ejemplo, la de desarrollar habilidades de comunicación, conocimiento intrapersonal, convivencia, práctica de valores y seguir reglas al jugar. Es decir, con respecto a los comentarios de los profesores, para esta contingencia se les solicitó estrategias para continuar el trabajo en el aula en la casa, pero no tuvieron la oportunidad de sugerir otros elementos para desarrollar habilidades con sus estudiantes y familias. Esto es un fiel reflejo de que el sistema sigue dando órdenes y los profesores, lejos de ser agentes de cambio en sus comunidades, son operadores de una idea desde “arriba”. Este panorama nos hace reafirmar el argumento que, ante cualquier circunstancia, sea de contingencia o no, el profesor necesita del sistema, no una indicación, sino los recursos necesarios para ser un factor clave en el apoyo de sus estudiantes y transformar los entornos sus estudiantes. Aquí es donde hace falta la autoridad local para escuchar a los profesores y sus historias para tener opciones de respuesta ante la pregunta: ante un peor escenario de contingencia, ¿Cómo ajustar los apoyos locales para promover la equidad en las oportunidades de aprendizaje en las comunidades escolares?
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*Normalista
Director de Sembrando Horizontes A.C.
Twitter: @FhernandOziel Sembrando Horizontes A.C. (2018)
Es una organización de la sociedad civil que promueve y defiende el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en el estado de San Luis Potosí a través de investigación aplicada, activación ciudadana y el impulso de proyectos educativos innovadores.
www.facebook.com/10xValles