CIUDAD DE MÉXICO.- Ganar un premio Oscar es quizá el mayor reconocimiento a nivel internacional que un actor, guionista o director puede obtener. En él, se materializa el trabajo y esfuerzo del ganador y se supone que debería ser un recuerdo para mantener por siempre. Sin embargo, no todos los que han ganado un premio Oscar decidieron guardarlo como un objeto íntimo, sino que optaron por deshacerse de la estatuilla y venderla al mejor postor. Los precios no son nada accesibles, en el mercado negro se han registrado cantidades exorbitantes, es por eso que la Academia tomó una decisión al respecto. Desde 1950, se firmó por medios legales, que los ganadores de la estatuilla no podrían revenderla de ningún modo. Esto también implicó a los herederos del premiado una vez que muere. Fue una decisión que la Academia tomó después de darse cuenta del negocio fácil que era encontrar gente que quisiera el premio. Esta norma impuesta en 1950 establece que el ganador que quiera vender la estatuilla, primero debe ofrecerla a la Academia de Cine de Hollywood por el precio de un dólar. Si el acreedor no acepta este acuerdo, no se le entregará el premio. A pesar de esto, las estatuillas siguen vendiéndose en el mercado negro o en subastas. Algunas de ellas han sido compradas por otros directores o actores de Hollywood, como Steven Spielberg que ha adquirido dos de esta manera. Por otro lado, los premios entregados antes de 1950, año en que entró en vigor esta norma, se pueden subastar sin ningún tipo de restricción. -- EXCÉLSIOR