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06:55 lunes 25 febrero, 2019
ColaboradoresEditorial EL UNIVERSAL / AMLO: ¿qué Estado y qué sociedad?
Ríos de tinta se han vertido en torno al proyecto socioeconómico del presidente Andrés Manuel López Obrador. Entre los extremos —el de quienes advierten que convertirá a nuestro país en una copia de la Venezuela chavista y el de quienes anuncian que la cuarta transformación traerá a México estándares de vida similares a los de Escandinavia— hay un ancho y nebuloso espacio de posibilidades. AMLO habla con frecuencia del Estado de bienestar pero no precisa cómo lo concibe. El realmente existente, que se edificó a mediados del siglo XX en Europa y que pese a sus mermas subsiste hoy, presupone dos cosas que él descarta: una reforma fiscal progresiva y el subsidio a todos los niveles del Ejecutivo y a las organizaciones de la sociedad civil. Tomemos dos ejemplos recientes que ponen en duda el esquema benefactor. 1) El fondo de minería se diseñó para apoyar a municipios en las regiones mineras, principalmente en obra pública. Dar ese dinero directamente a la gente puede servir para evitar la corrupción de intermediarios de fondos pero no puede obviar el trabajo de las autoridades municipales. Y es que la ciudadanía no va a construir o reparar calles o puentes, o alumbrado, o plazas públicas, y necesita todo eso. El beneficio a la economía familiar no sirve de mucho si en su entorno la infraestructura de movilidad es precaria o la inseguridad es rampante y la cohesión comunitaria es consecuentemente socavada. Esa responsabilidad gubernamental no puede suplirse con transferencias monetarias a los individuos y, si los ayuntamientos no la cumplen, los otros órdenes de gobierno y los otros poderes deben actuar para corregir el problema y castigar a los corruptos. 2) La subrogación de estancias infantiles tiene pros y contras. ¿Es viable que el Estado atienda a todos los niños, es conveniente que los particulares de encarguen de eso? AMLO no es partidario del mecanismo, al que achaca corruptelas, pero ante las irregularidades de funcionarios y de algunos establecimientos cabe la pregunta: ¿la solución es dejar de subsidiarlos a todos y destinar los recursos a los padres, es decir, individualizar las asignaciones a los usuarios de guarderías? Eso hace que paguen justos por pecadores y, una vez más, obliga a los ciudadanos a hacerse cargo de asuntos estructurales que no les competen. A mi juicio, la disyuntiva es ineluctable: o el aparato gubernamental sostiene a terceros o se encarga por sí mismo de prestar el servicio. Estos dos casos, y otros más, muestran una preferencia de AMLO por el subsidio al consumidor sobre el subsidio al prestador de servicios. La idea es atractiva desde el punto de vista de la eficiencia, pero su sencillez trueca en complejidad a la hora de implementarla. Veamos una vieja propuesta para la educación superior. ¿En vez de mantener universidades públicas debe el Estado pagar becas y dejar que los estudiantes elijan la casa de estudios de su preferencia? Suena bien: fomentaría la competencia entre instituciones educativas y eso podría elevar su calidad, y al mismo tiempo disminuiría la costosa burocracia universitaria. ¿Es factible? ¿Aceptaría AMLO la concomitante entronización de las universidades privadas? Me parece inconcebible. ¿Entonces? Si AMLO rechaza la privatización y su visión crítica de la sociedad civil vuelve intransitable esa otra vía, y si como gobernante ha mostrado un talante paradójico, simultáneamente estatista y antiburocrático, ¿qué Estado y qué sociedad quiere para la 4T? PD: EQUILIBRIOS DEMOCRÁTICOS. Una prueba reciente de la conveniencia de los contrapesos es la Guardia Nacional. Lo que aprobó el Senado es mucho mejor de lo que avaló la Cámara de Diputados. Escuchar a la sociedad civil y construir un consenso con los opositores benefició a México. PD: DESPEDIDA. Este es mi último artículo en estas páginas. No me quedan claras las razones del fin de ciclo pero, en todo caso, agradezco a EL UNIVERSAL haberme brindado un espacio durante más de siete años. Mi agradecimiento va también a mis [email protected], con quienes pronto me reencontraré.
Frentes Políticos I. Hay niveles. Ayer, la CTM celebró, en el Auditorio Nacional, su 83 aniversario, con el respaldo de la dirigencia nacional del PRI, además, su 137 Asamblea General Ordinaria. Y se vivió una escena de polos opuestos. En la lucha por la presidencia del Comité Nacional del PRI ya se apuntan muchos dirigentes y exgobernadores, y a José Narro Robles, el exrector de la UNAM, lo recibieron con un respeto significativo. Recibió una fuerte ovación y una andanada de aplausos espontáneos, cuyo contraste fue notorio, pues la porra que llevó Alejandro Moreno no le sirvió de mucho. Imposible disimular los reclamos tricolores por su acercamiento con Morena. Los priistas ya decidieron con quien. II. Experiencia compartida. Mikel Arriola, el excandidato a la gubernatura de la Ciudad de México, amanecerá hoy en San José de Costa Rica. Participará en una nueva reunión de tres días de trabajo de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos. El exdirector del IMSS y excomisionado federal de la Cofepris fue invitado a exponer el modelo que impulsó en México, reconocido por la OPS por sus buenas prácticas regulatorias. Pretenden que sus proyectos sean multiplicados por las autoridades reguladoras de Centro y Sudamérica. La Academia Nacional de Ciencias, entre otras muchas cosas, edita la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences. Venga, maestro. III. Discursos encontrados. El presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó en Chetumal, Quintana Roo, la presentación de la Estrategia Nacional de Turismo 2019-2024. Y desde la entidad que ocupa el primer lugar en la creación de empleos fijos, durante el evento conmemorativo del Día de la Bandera, mientras López Obrador apostó por el trabajo coordinado, la colaboración y el apoyo incondicional del gobernador Carlos Joaquín, la senadora por Morena, Marybel Villegas, se sumergía en el juego de la traición. Identificada con los exgobernadores Roberto Borge y Félix González Canto como saqueadora del erario y compradora compulsiva de bienes inmuebles, encabezó las manifestaciones para tratar de contrapuntear a López Obrador y a Carlos Joaquín. El deporte de echar lodo. Lo suyo. IV. Viraje. Una vez comprobado que el sindicalismo en México, esa necesidad de protección laboral, se convirtió en la mina de oro de ciertos líderes, es momento de cambiar. Ante trabajadores agrupados en la CTM, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, afirmó que sindicatos y gobierno transitan un camino que lleva a lograr el objetivo común de un México justo, próspero e igualitario. “Lo ha dicho nuestro Presidente y lo cito: ya no va a haber dirigentes sindicales apoyados por el gobierno, no va a haber sindicatos del gobierno ni sindicatos apoyados por las autoridades, se terminan los sindicatos de Estado. Los sindicatos van a tener independencia y libertad”. Tiemblen. V. Del dicho al hecho. Prepárense. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anticipó que la ciudad de Chetumal, Quintana Roo, formará parte de la zona franca, la cual se beneficiará con aumento al salario mínimo y reducción del IVA, ISR y precio de combustibles. El 29 de diciembre de 2018 se decretó la creación de una zona libre en su franja fronteriza con Estados Unidos como parte de su proyecto para impulsar la inversión, crear empleos y reducir la migración y ese modelo lo intentará replicar en la frontera sur. Y ahora se extiende hacia los vecinos del sur. “Sólo les pido un poco de tiempo”, dijo. Pero no le crean, a la velocidad que se generan los cambios, no tarda. BITÁCORA DEL DIRECTOR / La marcha de Monreal
Cuando Ricardo Monreal tomó distancia del movimiento de Andrés Manuel López Obrador, a finales de agosto de 2017, inconforme por la forma en que se aplicó la encuesta para decidir la candidatura de Morena para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, muy pronto recibió ofrecimientos del ya inminente Por México al Frente —la alianza de PAN, PRD y MC— y hasta del propio PRI para que los representara en la contienda electoral. Habían pasado más de dos meses desde que Morena había anunciado el resultado de ese sondeo, dando el triunfo a Claudia Sheinbaum, sin entrar en mayores explicaciones sobre la metodología empleada. Las posibilidades de Monreal para convertirse en jefe de Gobierno parecían fortalecerse, pues el sismo del 19 de septiembre había sacado a la luz los descuidos con que la delegación Tlalpan, a cargo de Sheinbaum, enfrentó las repetidas denuncias sobre irregularidades de construcción en el Colegio Rébsamen, que se derrumbó por el terremoto y dejó 26 personas fallecidas, entre ellas 19 niños. El zacatecano escuchó los ofrecimientos para ser candidato por otros partidos, pero también recibió una llamada de Andrés Manuel López Obrador invitándolo a platicar. La reunión se dio en el marco de una gira del aspirante presidencial por la Sierra Gorda de Querétaro y la Huasteca Potosina. De entrada, López Obrador dijo a Monreal que no quería que se fuera del partido. —No me necesitas, Andrés —replicó Monreal. Morena va muy adelante en las encuestas. —No me puedo arriesgar —se sinceró López Obrador. Necesito que sigas aquí. Acordaron darse un tiempo para reflexionar. Por esos días, a principios de noviembre, en una entrevista para Imagen Radio, Monreal me había dicho que aún no había tomado una decisión. Por fin, el día 12, después de diez semanas de incertidumbre, López Obrador anunció públicamente que Monreal se quedaría en Morena. El exgobernador de Zacatecas lo confirmó el 20 de noviembre, en un video que subió en sus redes sociales. “He decidido continuar en la organización social y política que contribuí a formar, he resuelto mantenerme y seguir luchando desde Morena. “Lo hago por congruencia, atendiendo a la historia y a la lucha que millones de mexicanas y mexicanos hemos dado durante los últimos 20 años. Considero que, ante la crisis del país, no son momentos para el titubeo ni la indefinición”. Cuando Monreal perdió la candidatura de Morena al Gobierno de la Ciudad de México, estaba muy decidido a aceptar la propuesta que la alianza PAN-PRD le planteó, pero resolvió primero aceptar la propuesta de diálogo que le hizo Andrés Manuel López Obrador, con quien siempre ha tenido un canal directo de comunicación. Hoy se sabe que López Obrador le ofreció el poder del Legislativo durante su gobierno. Desde ese entonces pactaron que Monreal sería el líder de la bancada de Morena en el Senado y que él tendría el primer lugar de confianza en el Legislativo. Por eso no le hicieron mella los intentos de arrebatarle la coordinación. El acuerdo fue firme desde un primer momento, porque ésa es la relación de ambos: confían en la palabra política del otro. En la reciente aprobación en el Senado de la reforma constitucional para dar vida a la Guardia Nacional —una de las principales promesas de campaña de López Obrador—, Monreal logró transformar una inminente derrota para la propuesta presidencial en una aprobación por unanimidad, que obtuvo elogios de la clase política en su conjunto y de algunas de las organizaciones sociales que habían denunciado que detrás de los cambios legislativos había un intento de militarización. El propio López Obrador, quien había denunciado que los cambios a la minuta que proponía la oposición eran un intento de hacer fracasar a su gobierno en las tareas de seguridad, rectificó sus puntos de vista al día siguiente de la aprobación del dictamen, por 127 votos a favor y ninguno en contra. El Presidente también terminó por elogiar los acuerdos suscritos por Monreal con los coordinadores de la oposición. De esa manera, Monreal consolidó su posición en el movimiento que encabeza López Obrador. Y lo hace en momentos en que los más conspicuos aliados del tabasqueño sufren por un bajo desempeño en sus funciones, como la jefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum y el canciller Marcelo Ebrard. Aunque el sexenio es aún muy joven, pareciera que Monreal se repuso ante la pérdida de la candidatura al gobierno de la Ciudad de México. Ganó perdiendo.