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06:13 martes 7 abril, 2020
PLUMAS NACIONALESFrentes Políticos 1. Pasmado. Carlos Miguel Aysa González, gobernador de Campeche, advirtió a su población: “No somos drásticos, sólo hacemos lo que se tiene que hacer frente a una emergencia sanitaria, porque muchas vidas estarían en riesgo, y los recursos médicos disponibles terminarán siendo insuficientes si no nos quedamos en casa. Hoy, Campeche tiene ocho casos y no queremos que asciendan. Por eso les exhorto a que se queden en su casa”. De no ser acatadas las recomendaciones de “aislamiento domiciliario”, dijo que se tendrían al menos 21 mil contagiados y la cifra podría repuntar hasta 75 mil. Campeche reporta un caso cada 48 horas y ya tuvo su primer muerto. No se ha dado cuenta Aysa que el COVID-19 tira mandatarios, y a los vulnerables los deja muy débiles. Mejor dedíquese a detener el contagio y deje para otro momento la palabrería. 2. Eternos inconformes. Las fuerzas políticas en el Senado se confrontaron por el informe trimestral del presidente Andrés Manuel López Obrador. El líder de los senadores del PAN, Mauricio Kuri, criticó el mensaje presidencial, argumentando que “en el tema económico no hubo anuncios de apoyo ni a trabajadores ni a desempleados ni a los empresas ni incentivos fiscales, treguas tributarias ni programas contracíclicos. La ilusión de que el Estado puede generar por sí mismo, es el mejor resumen de la desconexión entre propósito y realidad”. El PRI y Movimiento Ciudadano también criticaron el mensaje. Ricardo Monreal, líder de los senadores de Morena, planteó que es momento de apoyar al Presidente y consideró correcto el plan trazado para que México se recupere del impacto económico. Sensatez se llama. 3. Intolerable. Después de que un grupo de personas fue sorprendido en playas de Navolato, Sinaloa, y que elementos de la Policía Estatal acudieron para que se retiraran de inmediato, debido a la restricción que existe por la pandemia provocada por el COVID-19, el gobernador Quirino Ordaz toma cartas en el asunto. La Secretaría de Seguridad Pública estatal informó que el grupo de personas fue detectada mediante los recorridos aéreos que realizan por la zona costera, acampando en Isla Cortés, una playa que se encuentra en Navolato. Además de regresarlos a sus casas, Ordaz ordenó el cierre de todos los centros comerciales, reduciendo la actividad comercial al mínimo. Otro mandatario que pone un alto a quienes no creen en el contagio y, con sus actitudes, nos ponen en riesgo a todos. Bien. 4. ¡Las palabras huecas! Es una pena, pero pareciera que todos los discursos a favor de frenar el hostigamiento y el acoso a las mujeres son esfuerzos tirados a la basura. María del Carmen Espinoza, síndica procuradora de Tijuana, denunció que ha sido víctima de violencia política. “He decidido decirles a ustedes que Meli Espinoza está siendo violentada en sus derechos de mujer y en sus derechos como servidora pública”, dijo en un video en vivo publicado en sus redes sociales durante el fin de semana. Los ataques surgieron tras despedir a dos policías que asesinaron a un presunto delincuente mientras lo aprehendían. “En esta situación vulnerable me encuentro, me han dejado sin seguridad”. Servidora pública, procuradora de justicia, no merece que la dejen sola. Su grito es de ayuda. ¿Lo notan? 5. Justicia. Luego de permanecer en calidad de prófugo durante las últimas semanas, finalmente cayó Juan Antonio Vera Carrizal, quien fue detenido por la Policía Estatal de Oaxaca. El exdiputado priista y empresario gasolinero era buscado por el delito de tentativa de feminicidio en contra de María Elena Ríos, quien fue atacada con ácido en septiembre de 2019. En su cuenta de Twitter, el gobernador Alejandro Murat confirmó la detención del presunto autor intelectual de la agresión a la saxofonista, a quien le provocó graves daños físicos. Hace unas semanas, la Fiscalía General de Oaxaca ofreció un millón de pesos a quien brindara información que diera con su captura. Una sanción ejemplar para sacudir al machismo de esas venganzas inaceptables. Es lo que merece. Bitácora del director / Crisis transitoria
Haga memoria y remóntese al primer día que escuchó hablar de una extraña neumonía que estaba infectando a clientes y locatarios de un mercado de mariscos en Wuhan, una ciudad china de la que usted quizá nunca había oído hablar. ¿Qué hubiera pensado si en ese momento alguien le hubiera dicho que, tres meses después, la mitad de la población mundial estaría confinada en casa, los niños no podrían ir a la escuela, los adultos no podrían ir a trabajar y más de 70 mil personas estarían muertas por este mal, la mayoría de ellas en naciones desarrolladas? Seguramente no lo habría creído. Tampoco, que esta enfermedad, llamada COVID-19, pondría en coma la economía mundial –por usar la expresión del economista Paul Krugman–, interrumpiendo las cadenas globales de suministro y mandando al desempleo a millones de personas. ¿Cómo va a suceder una cosa así?, habría exclamado. Hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador nos quiere convencer que esta crisis es transitoria, lo cual no deja de ser una verdad de Perogrullo. La cosa es saber cuánto durará. Si lo supiéramos, sería más fácil tomar decisiones. Pero el signo de este jinete de dos cabezas –crisis sanitaria y crisis económica– es la incertidumbre. ¿Qué significa que justo cuando Italia sentía que podía sacar de nuevo el cuello por encima del agua, fue necesario poner en cuarentena a Nerola, un pueblo de mil 800 habitantes, en la parte media del país, porque repentinamente aparecieron 77 casos de infectados por coronavirus? ¿Quién puede decir que esta pandemia será de corta duración y que no pegará en México como lo está haciendo en Estados Unidos? ¿Por qué afirma López Obrador algo que los principales científicos del mundo no se atreven a pronosticar? Lo que está claro es que el COVID-19 no dejará de ser un peligro para la humanidad y un azote para la economía mientras no se encuentre la vacuna y se pruebe en decenas y luego en cientos y después en miles de personas, antes de ser lanzada al mercado. Ese proceso se puede llevar más de un año. ¿Qué pasará, mientras tanto, con la economía? No lo sabemos. Hoy sólo conocemos el dato de 10 millones de nuevos desempleados en la mayor potencia económica del mundo. “Nuestro país no fue hecho para esto”, decía un desesperado presidente Donald Trump el domingo pasado. Pues no. La potencial devastación de esta crisis supera cualquier cosa que haya visto alguien vivo o, cuando menos, la enorme mayoría de las personas. Para tener alguna referencia, hay que leer a John Steinbeck y sus descripciones del dust bowl, la sequía que magnificó los efectos de la Gran Depresión. México, sumido además en una ola de violencia criminal, no parece tener manera de zafarse del poder destructivo de la pandemia y sus efectos económicos. Aquí no se trata de pensar positivamente, y tratar así de conjurar el mal, sino de prepararnos. Pero, en lugar de eso, el Presidente vaticina que saldremos pronto de la crisis cuando ni siquiera hemos entrado en ella. México va a enfrentar una tormenta perfecta que va a secar sus ingresos por concepto de turismo, exportaciones, petróleo y remesas, entre otros. ¿Qué vamos a hacer para aminorar los daños? López Obrador quiere matar a la gallina de los huevos de oro. Ahorcar a la empresa, obligándola a pagar salarios e impuestos, sin pensar que se están desplomando sus ingresos. Y cuando digo empresa, no hablo de grandes consorcios, sino de las millones de pymes que son la columna vertebral de la economía. México está por entrar a su peor recesión en un siglo, que seguramente traerá –si no se hace nada e incluso si se hace algo– desempleo, hambre y violencia. Pero el Presidente dice que será transitoria y propone ampliar los programas sociales sin tener claro de dónde saldrá el dinero para pagarlos. Es más, dice que la pandemia vino “como anillo al dedo” a su proyecto político. Si el plan es pararse en la playa a esperar que el huracán siga de largo y no se fije en nosotros, ojalá tenga razón. Porque si no, y nos pega de lleno, estaremos en la peor de las condiciones para hacerle frente.