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#ESNOTICIA
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Por ello, cuando hablamos de una escuela incluyente deberíamos estar pensando en integrar – de manera gradual – cada vez más y mejor a todos los niños. Hacer de la diferencia un mecanismo de comprensión, tolerancia y respeto hacia los demás. Esto no se trata de “regularizar” o de “normalizar” a los “niños especiales”, se trata de comprender que todos somos humanos, con diferencias, sueños y metas notables.
23:22 miércoles 21 agosto, 2019
ColaboradoresLa Nueva Escuela Mexicana (NEM) representa – una vez mas – la oportunidad de dar sentido a los múltiples procesos y relaciones que ocurren en la escuela y que eso impacte en el terreno familiar y social. A la distancia de vítores gubernamentales o ideológicos, el verdadero desafío está en el desarrollo de las comunidades escolares.
El modelo – como todos – presenta rasgos positivos que siempre vale la pena mencionar como la visión intercultural y de inclusión, donde las escuelas sean espacios donde la libertad, el respeto y la tolerancia marquen pauta para el desarrollo de las personas, los futuros ciudadanos.
Para lograrlo, necesitamos apropiarnos de lo público en materia educativa y la escuela es una herramienta fundamental donde la ciudadanía se forja con el interés, participación y asistencia de todas y todos. Históricamente el Sistema Educativo Mexicano ha dado muestras de una lejana relación entre las familias y la escuela ya sean factores de uno u otro lado. Sin embargo, cambiar esta dinámica, presupone el desarrollo de componentes inherentes a toda sociedad de primer mundo.
Identidad y participación hacia lo público, como lo es la escuela, son elementos indispensables para repensar la misma como una comunidad: “Para transformar la escuela en comunidad es necesario el acuerdo y la participación de todos sus miembros.” (Prioretti, 2016) Esto define un gran reto a nivel cultural para nuestro país que debe ocupar la parte medular del mismo sistema escolar. Desaprender añejas “formas” de interactuar y entender a los estudiantes supone una premisa que en el discurso siempre se alienta, pero que en la práctica siguen dominando. No debería sorprendernos, venimos de una generación escolar que el estar en silencio y callados era sinónimo de “buen comportamiento” y, por si fuera poco, se premiaba y se ponía como ejemplo para replicarlo.
Aunado al tema de la ciudadanía, otro de los componentes que la NEM busca impulsar es el de un sistema escolar incluyente. Hoy la realidad nos contrasta a la menor oportunidad las diferencias entre seres humanos. Esto implica, como nunca en la historia, una mayor comprensión de quiénes somos y de lo que podemos aportar a la sociedad a través de nuestras diferencias. En este sentido, la escuela es un laboratorio con rostros y apellidos para humanizar cada vez mejor a las nuevas generaciones.
Por ello, cuando hablamos de una escuela incluyente deberíamos estar pensando en integrar – de manera gradual – cada vez más y mejor a todos los niños. Hacer de la diferencia un mecanismo de comprensión, tolerancia y respeto hacia los demás. Esto no se trata de “regularizar” o de “normalizar” a los “niños especiales”, se trata de comprender que todos somos humanos, con diferencias, sueños y metas notables.
Es cierto que necesitamos mejores condiciones para los Centros de Atención Múltiple (CAM), fortalecer las Unidades de Servicio y Apoyo a la Educación Regular (USAER), contar con maestros especialistas que acompañen a los niños con discapacidad o no. Pero si imaginamos un sistema escolar incluyente debemos apostar por integrar más y mejor a la escuela, punto. En ese orden de ideas, debemos – progresivamente – dejar de segregar a “niños especiales”. El hecho es no cargar en los niños y sus diferencias, la fragilidad de un modelo de atención que debería rediseñarse desde sus realidades contextuales y áreas de oportunidad específicas. Debemos movernos hacia el término interculturalidad. Es decir, asumir esta realidad, implica el constructo de un sistema educativo centrado en la persona y no en el sistema mismo.
Hoy, avanzar hacia una mejor sociedad, implica reaprender – como hace seis o doce años – la escuela y los principios que desean direccionarla. En ese sentido, la escuela es una herramienta que, en la mediada que logremos apropiarnos de su importancia y de sus procesos, será un detonador de movilidad social.
Construir ciudadanía, a través de procesos que coadyuven a una apropiación de identidad, a una participación social informada y activa, así como comprender al otro desde un enfoque intercultural, deben ser conceptos y metas de logro que las y los maestros deben estar discutiendo en estas semanas de “formación intensiva” en sus Consejos Técnicos Escolares.
Sin duda, reformas van y vendrán en el futuro, pero el reto siempre estará centrado en la interpretación y la implementación de estos preceptos en las prácticas pedagógicas de las y los maestros de nuestros hijos. Por ello, no podemos dejarlos solos en esta tarea titánica de transformación. La escuela como espacio para garantizar el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes es responsabilidad de todos. No lo olvidemos.
- - - - - * Normalista. Consultor. Director de Sembrando Horizontes A.C.
Twitter: @FhernandOziel Facebook: Fhercho Cruz Sembrando Horizontes A.C. (2018) Es una organización de la sociedad civil que promueve y defiende el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en el estado de San Luis Potosí a través de investigación aplicada, activación ciudadana y el impulso de proyectos educativos innovadores.
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