La aparente reelección de Benjamin Netanyahu como Primer Ministro de Israel da fe de una visión absolutamente conservadora del Estado judío y su gente. Valoran la estabilidad, así como la seguridad militar y económica que su líder les ha brindado. Y están convencidos de que aquellos que lo desafían, ya sean ciudadanos árabes o de izquierda, son enemigos del Estado. Le dan crédito a "Bibi", cuya visión estratégica valora el poder y la fortaleza por encima de todo, por pilotear a Israel a niveles diplomáticos sin precedentes. Y se resisten a permitir que alguien menos experimentado tome los controles. "Seamos honestos con nosotros mismos", señaló Michael Oren, ex Embajador israelí en Washington. "Nuestra economía es excelente, nuestras relaciones exteriores nunca fueron mejores y estamos seguros. Tenemos a un tipo en la política durante 40 años: lo conocemos, el mundo lo conoce, incluso nuestros enemigos lo conocen". Sin embargo, no todo el mundo está tan enamorado de él. La posible coalición de Netanyahu parece haber ganado 65 de los 120 escaños en el Parlamento. Pero la escasa diferencia contra su principal rival, Benny Gantz, sugiere que casi la mitad del electorado simplemente habría preferido a alguien más en el puesto. A medida que reúne una nueva alianza, la forma en que el líder conservador maneja esa división será su primera prueba. Con su partido Likud podría formar una coalición de derechas aún mayor de laicos, ultraortodoxos e incluso algunos extremistas. Decida lo que decida, a Netanyahu se le ha brindado la oportunidad de guiar a Israel a través de un serio punto de inflexión en su historia como Estado judío, si sus problemas legales no lo derrocan primero. Una elección que tenía que ver con la personalidad y el carácter, ya sea si la probable acusación de Netanyahu por cargos de corrupción lo hacía incapaz de continuar en el trabajo, o si Gantz estaba a la altura, dejaba poco espacio para los asuntos de política. Pero las preocupaciones serias para Israel que fueron esencialmente dejadas de lado en la campaña se acercan rápidamente. Cuando supere a David Ben-Gurion, el líder fundador de Israel, como su Primer Ministro más duradero este verano, "Bibi" no podrá ignorar a ninguno de ellos por mucho tiempo. La paz con los palestinos es más improbable que nunca, a pesar del posible comodín de una propuesta largamente esperada por parte de la Administración del estadounidense Donald Trump. En su desesperación por reunir la base pro colonos, el Primer Ministro dijo públicamente tres días antes de la elección que comenzaría a aplicar la soberanía israelí a partes de Cisjordania que los palestinos exigen para su futuro Estado. Finalmente, el estira y afloja entre el Poder Judicial, uno de los últimos reductos del liberalismo asertivo del país, y el Legislativo se ha estado desarrollando hacia un enfrentamiento que podría alterar drásticamente la naturaleza de la democracia israelí. Incluso se espera que Netanyahu, quien ha criticado a la Suprema Corte por las acusaciones que pesan en su contra, intente obtener un acuerdo de sus socios de la coalición para aprobar una ley que le otorgue inmunidad de manera retroactiva. -- REFORMA