Vínculo copiado
#ESNOTICIA
#ESNOTICIA
Erika Salgado
09:53 jueves 1 febrero, 2018
EN LA OPINIÓN DE ERIKA SALGADOEl proceso electoral 2018 ya va muy avanzado, el tiempo se va agotando para algunos y la carrera comienza para otros. Del lado de los independientes ha quedado claro que el camino no es fácil y que no se trata sólo de sumar simpatías, el principio de dispersión de apoyos los ha llevado a salir de sus zonas de confort, donde sus nombres ya tenían cierto peso y buscar convencer a ciudadanos de otras entidades federativas, cada firma, cada estado, tienen un peso muy importante, pues pueden ser el punto definitivo para estar en la boleta electoral. Para los partidos políticos el escenario es similar y eso lo ha entendido mejor que nadie Andrés Manuel López Obrador, quien no ha perdido tiempo y ha salido, desde hace años, a recorrer el país en busca de apoyo y eso le ha valido que sea hoy, de acuerdo con las encuestas, el “presidencial” mejor posicionado. Y para que no quede duda, de acuerdo con las estadísticas, MORENA duplicó intención de voto en los últimos dos años. En la contraparte, está el PRI, que en lo que va de este sexenio dejó de ser gobierno en 11 estados. Ante este escenario entenderíamos que la estrategia ganadora dependerá de la relevancia que los partidos le den, no sólo a la elección federal, todo lo contrario, los votos que podrían hacer la diferencia son los que se sumen gracias a las elecciones locales. En este sentido, los partidos políticos no pueden apostar a que sus candidatos presidenciales sean los que sumen votos, pues a excepción de AMLO, ningún otro tiene la fuerza, por sí sólo, para generar votos en cascada. Si México al Frente quiere que Ricardo Anaya sea Presidente tendrá que apostarle a que tanto candidatos del PRD como del PAN en los procesos estatales le sirvan de carta de presentación y sumen votos, lo mismo para Todos por México y su candidato José Antonio Meade, quien además, pese a su propio perfil, arrastra dos tremendos lastres, PRI y PVEM. De ahí, la importancia de que los Comités Estatales de los partidos sean extremadamente minuciosos en la selección de candidatos, no sólo para evitar rompimientos que se traduzcan en restas, sino para lograr convencer a la ciudadanía.
Pero parece que quienes encabezan al PAN y al PRI en San Luis Potosí no acaban de dimensionar la tremenda responsabilidad que pesa sobre ellos. Por un lado, el PAN no acaba de definir hasta donde replicará la formula nacional del Frente, se sabe de antemano que en el caso de la capital potosina no tiene opción y que tarde o temprano tendrá que ceder, no sólo porque así lo pactó desde hace tiempo su dirigencia nacional, sino porque, además, carece de perfiles que le puedan garantizar el triunfo en el caso de la alcaldía de la capital. Y no es que no haya perfiles destacados, el problema es que, o no logran la unidad en su partido, no son bien vistos y respaldados por su dirigencia o porque simple y sencillamente no le quieren entrar. Mientras tanto, el tiempo sigue corriendo y no se ve la estrategia.
Ni qué decir del PRI, donde su dirigente estatal insiste en su postura “incluyente”, mientras se le cuelan en las candidaturas personajes impresentables, que sólo terminan por darle al traste a ese partido. Pero no sólo eso, la dirigencia estatal del tricolor cedió a las presiones de quienes habrán de jugar con él, renunciando a la figura de coalición para irse en alianza, con el reparto de votos para el Verde y Nueva Alianza. Desorganizado, improvisado dicen algunos, es como se vio el PRI en sus registros, con aspirantes sacados de la bolsa y otros bajados de último minuto. Lo que se ha visto no es buen augurio de lo que vendrá para el tricolor en este proceso en nuestro estado. Estos temas, que parecen propios de partidos políticos, tendrán un efecto tremendo en la vida de los ciudadanos, pues derivarán en que no contemos los potosinos con buenas ofertas electorales, todo lo contrario, encontraremos en las boletas los nombres de los posibles y no de los deseables y estaremos, otra vez en las mamparas con la boleta en mano tratando de elegir al menos peor.