Un hombre con un traje negro de neoprene monta una ola y llega a la costa antes de volver a subir a su tabla para intentarlo nuevamente, todo esto con colinas cubiertas de nieve y cielos de plomo como un inusual fondo. Él integra un pequeño grupo de entusiastas que han estado aprovechando las reglas flexibles de confinamiento en Noruega para sumergirse en las aguas árticas del espectacular archipiélago de Lofoten. Te olvidas del maldito coronavirus, te olvidas de las cuentas por pagar, te olvidas de los problemas, te enfocas solo en las olas", dijo Kristian Breivik, copropietario del Lofoten Surf Center.

Además de las impresionantes montañas cubiertas de nieve que se sumergen en el mar, la cadena de islas sobre el Círculo Polar Ártico alberga arrecifes de agua fría que son únicos, una cultura pesquera milenaria y una próspera población de ballenas. En los últimos años, un número creciente de surfers se han mudado allí, en busca de la ola perfecta en un entorno en el que disfruta del sol de medianoche en verano y la aurora boreal en invierno. Las medidas sanitarias de Noruega, impuestas a mediados de marzo, son menos estrictas que las de la mayoría de los otros países de Europa. Las personas pueden salir de sus casas, siempre que no presenten síntomas y se mantengan alejadas de los demás, por lo que los surfistas de Lofoten aún pueden montar las olas.

"Puedo estar aquí haciendo senderismo, snowboard y surf y disfrutando de mis amigos", dijo el entrenador del equipo nacional de surf, Shannon Ainslie, para quien, como sudafricano, la ausencia de tiburones es una atracción particular. "Así que trabajo y vivo aquí ... y practico surf", dijo. "La vida es buena".

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Excelsior