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Desde luego el primer gran obstáculo para estas candidaturas han sido los candados impuestos para poder contender de manera independiente
00:02 lunes 13 noviembre, 2017
VIRALESEn nuestro país la tan ansiada transición democrática que consideró como un mecanismo para acabar con el monopolio del sistema de partidos tradicional la apertura a las candidaturas independientes, hoy parece evidenciar un importante revés. Desde luego el primer gran obstáculo para estas candidaturas han sido los candados impuestos para poder contender de manera independiente, uno de los más fuertes es, sin duda, reunir poco más de 860,000 firmas de apoyo a esas candidaturas, distribuidas en 17 estados de la República. Requisito que en principio para algunos parecía no ser tan difícil de cumplir. Lo cierto es que hoy estas pre candidaturas sujetas a este requisito parecen estar naufragando, incluso las que se pensaba que podrían ser las más sólidas. A continuación comparto algunas reflexiones al respecto. Una de las causas de tal situación seguramente tiene que ver con lo que ha evidenciado esta etapa de pre registro de candidatos independientes a la Presidencia de la República, a saber la inesperada fragmentación y proliferación de tales candidaturas (más de 40), que reflejan un rasgo muy preocupante de nuestra cultura nacional: el exacerbado individualismo. En principio, todo ciudadano tiene derecho a sostener tales aspiraciones, pero es primordial realizar un cálculo, lo más objetivo posible, de las condiciones reales para llevar a buen puerto esa candidatura, es decir, contar con el apoyo de una importante base de apoyo social. Acá, pareciera que los aspirantes no han hecho bien esos cálculos. Una lectura más atrevida de lo que está sucediendo en estos momentos podría ser también que, de manera deliberada, se impulsaron una gran cantidad de pre registros de aspirantes, la mayoría de ellos con nulas posibilidades de prosperar, pero sólo con la clara intención de dividir y confundir a la ciudadanía nacional. Aquí cabe recordar la conocida expresión popular de: “divide y vencerás”. De estas dos posibilidades que se están planteando, sobre lo que acontece en estos momentos, se pueden establecer ciertas implicaciones. En el primer caso se trata de un lamentable rasgo cultural que prolifera, hoy agudizado, luego de más de 30 años de política neoliberal centrada en el individualismo. En el segundo, se trata de una acción claramente planeada por los intereses del sistema de partidos imperante, para conservar su indiscutible control sobre el sistema político-electoral mismo. Desde luego, también cabe la posibilidad de que se trate de una combinación de ambos factores. Sea como sea, las consecuencias parecen ser más que claras: las candidaturas independientes a la presidencia son prácticamente inviables y no representan amenaza alguna al dominante sistema político-electoral mexicano. Todo sigue bajo el control de este sistema. Ello significa que difícilmente existe la posibilidad de un asalto al poder desde fuera de los partidos políticos y el monopolio de acceso al poder político máximo. ¿Qué resulta de todo esto?. Seguramente un conjunto de grandes retos para el conjunto de la sociedad, tales como la imperiosa necesidad de favorecer procesos de unificación en torno a pocos aspirantes (no el exceso de hablar de más de 40 precandidaturas), con la consecuente necesidad de buscar puntos de coincidencia amplios entre la ciudadanía, los grupos, las organizaciones, los movimientos sociales, etc. No hay otro camino mas que el de tender esos canales de diálogo para acercar los intereses y las aspiraciones de unos y otros. Esta es la responsabilidad de la ciudadanía y de quienes pretenden presentarse como sus líderes. Por lo que toca a la segunda interpretación, es decir, la relativa a una estrategia deliberada promovida para “chotear” a las candidaturas independientes y de esa forma neutralizar su posible éxito, lo importante sería lograr que el sistema de partidos dominante, sea capaz de asumir el fracaso de las candidaturas independientes (de confirmarse éste), no como un triunfo para que todo siga igual, sino aprovechar la experiencia para verdaderamente intentar y consolidar un avance hacia un sistema partidista que se convierta en auténtica expresión de los intereses, anhelos, expectativas, de los más amplios grupos y clases de la sociedad. La actual ruptura existente entre los partidos políticos y la ciudadanía es uno de los principales retos a enfrentar y superar por parte de nuestro sistema político mexicano. Ojalá la elección presidencial de 2018 sirva para promover cambios que hoy por hoy son impostergables para la sociedad mexicana. Sólo así se podrá hablar de que la democracia mexicana sigue avanzando bajo un marco institucional verdaderamente más democrático.