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Las visitas oficiales EEUU-México obligan a revisar (“es brega de eternidad” habría dicho Gómez Morín)
19:54 domingo 12 julio, 2020
VIRALESLas visitas oficiales EEUU-México obligan a revisar (“es brega de eternidad” habría dicho Gómez Morín). He escuchado a lo largo de muchos años una polémica recurrente ¿Con quién le va mejor a México, republicanos o demócratas? Parece que la respuesta puede ser: de todos modos, Juan te llamas. Y es que en efecto hemos esperado siempre mucho de los resultados de las elecciones de Estados Unidos, suponiendo que nos irá muy bien si queda un color u otro. Así, apostamos con Kennedy al comenzar los sesentas; Soledad Loaeza relata que los anticomunistas más reticentes ponían en duda la sinceridad del compromiso ideológico de Adolfo López Mateos en el mundo occidental, pero la visita del presidente norteamericano, John F. Kennedy, logró lo que no habían podido hacer innumerables declaraciones oficiales y cambios concretos de política. Este acontecimiento acelero la desarticulación del frente de oposiciones que se había creado en torno a la lucha anticomunista. “Cuando en el mes de mayo se anunció la visita, la CONCANACO, que había mantenido las posiciones más intransigentes frente al juego del consenso lopezmateista, declaro: En términos diplomáticos esta visita significa que han sido superadas las divergencias de opinión que se han manifestado en el seno de la OEA… este es tal vez el factor más importante que puede contribuir a restaurar la confianza de los inversionistas extranjeros y a recuperar las inversiones que se contrajeron el año pasado (“Renace la confianza con el viaje de J.F.K.”, Excélsior, 21 de mayo de 1962, p. 1-A). La trágica muerte de Kennedy no permitió ya evaluar ningún resultado de la relación. Los gobiernos de Nixon y Jimmy Carter, al igual que otras administraciones republicanas y demócratas se concentraron en las relaciones con China y con los conflictos en el medio Oriente, sin pensar en México como una prioridad y atendiendo la relación sólo en lo elemental. Los triunfos electorales del republicano George W. Bush y del panista Vicente Fox en el año 2000 hicieron prever una nueva etapa de la relación entre Estados Unidos y México en el siglo XXI. Algunos observadores auguraban una nueva etapa de plena cooperación entre ambos países. Las afinidades ideológicas y personales entre Bush y Fox imprimirían, además, un sello de cordialidad a la relación. En su momento, el presidente Bush declaró que México sería la prioridad de la política exterior en su administración (Castañeda, 2008: 126). Los hechos parecían respaldar esta afirmación, pero los atentados terroristas de septiembre de 2001 nos mandaron al olvido con todo y botas. En 2009, la llegada de Barack Obama a la presidencia trajo amplias expectativas de cambio de la política exterior de Estados Unidos hacia México. Después de una relación con altibajos entre el republicano George W. Bush y los presidentes mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón, el arribo de un demócrata a la Casa Blanca implicaba, para algunos analistas, cambios positivos para la relación bilateral. Desde su campaña, Obama había prometido que buscaría modificar la política exterior de Estados Unidos en lo general. El propósito principal era pasar de una política unilateral basada en el uso de la fuerza para imponer la hegemonía estadunidense a una de carácter multilateral que buscara, en primera instancia, la negociación y la cooperación internacional. En este contexto, se pensaba que podía haber un giro en la política internacional que repercutiera directamente en el vecino del sur, pero ni Obama cumplió con nuestras ingenuas y románticas expectativas. Según el académico del CIDE Rafael Velázquez Flores, México no es una de las prioridades de Estados Unidos en el diseño de su política exterior. Hay otros países y regiones más importantes, como Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia, Japón, China, Canadá, Israel y Medio Oriente, en general. Incluso, de América Latina, Brasil capta más la atención de Estados Unidos. Obviamente, si hubiera una crisis importante en otro país o en otra región, entonces la Casa Blanca centraría su atención ahí, como ocurrió con las crisis en el norte de África y el terremoto en Japón a principios de 2011. Lo que sí resulta importante para Washington es el conjunto de temas incluidos en la agenda bilateral con México: narcotráfico, migración y comercio, principalmente. Pero como estos temas se abordan en Washington desde una perspectiva interna —especialmente el migratorio—, entonces el vecino del sur no es tan relevante para la solución de éstos. Sólo cuando existe una crisis en estos temas, entonces México, como país, se convierte en un actor importante para Estados Unidos, por ejemplo, en el caso de la violencia desatada en México a raíz de la lucha contra los cárteles de las drogas. Entonces, un primer hallazgo es que México resulta importante para la política interna de Estados Unidos, mas no una prioridad para la política exterior, ya que los temas primordiales o relevantes de la agenda bilateral se examinan desde una perspectiva interméstica (internacional y doméstica). Por ello la visita de AMLO, sin tanta parafernalia ni pretensiones es más que agradecible. De todos modos, Juan te llamas.