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¿A qué puede deberse la combinación peligrosísima de síndrome metabólico y comportamiento impredecible de nuestro compañero de movimiento?
00:10 jueves 11 diciembre, 2025
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El Doctor Patán está preocupado, muy preocupado de hecho, por el Cuau. Son dos cosas, íntimamente conectadas.
De un lado, está ese comportamiento un tanto errático que ha tenido recientemente. Van varias. Tenemos el famoso beso Pipo en horario televisivo estelar, el “presente” que se aventó desde el pádel, junto con la evidencia de que ni siquiera sabía qué se estaba votando en esa sesión, y ahora la de hace un par de días: le dio un manotazo en la cara al portero contrario en el partido de “leyendas” de Chivas contra América. Por el otro lado, está lo que nos dijo hace poco justamente sobre el pádel, deporte que al parecer practica con una pericia muy fuera de la común: que tiene que darle asiduamente por prescripción médica, ya que tiene algún tipo de condición cardiaca.
Le creo. Precisamente en el partido de leyendas, lo vi con una estructura física de veras alarmante: piernas de —dirían en mis tiempos de la secundaria, y lo repito con respeto, en un afán de ilustrar la situación— “bájate de ese pollo que lo vas a pandear”, brazos igual de flacos, como de abuelo español asoleándose en Marbella, y lonjas en la cintura, la cadera, el bajo sobaco y el cuello. Una especie de ideal platónico del síndrome metabólico, para que nos entendamos. Me recordó a mis tiempos en una conocida liga amateur que se jugaba y todavía se juega en el Ajusco. Por razones que desconozco, alineaba con nosotros, estudiantes universitarios y algunos treintones, el contador Carmona, que —frijol en el arroz— tenía entonces la edad y el cuerpo que tiene hoy el Cuau. Bueno, pues nos duró poco el contador: murió de un infarto, un sábado, volviendo del Ajusco, al volante. Se llevó con el coche un puesto de tortas a la orilla de la carretera.
Es justamente el “10”, junto con la evocación del “conta”, el que me lleva a pedirle, es más: a exigirle a nuestros legisladores que adelanten las vacaciones. ¿A qué puede deberse la combinación peligrosísima de síndrome metabólico y comportamiento impredecible de nuestro compañero de movimiento? A que se entrega a jornadas extenuantes de trabajo, y no puede dedicarle el tiempo necesario al físico y, más importante, a la mente. Bueno, lo mismo puede decirse de todos nuestros compañeros legisladores, entregados al bien del pueblo. ¿Han visto las sesiones de ambas cámaras, la baja y la alta? Con alguna excepción, es, físicamente, como una convención de contadores Carmona, dicho con toda la fraternidad del mundo. Urge que los compañeros se vayan que al gym, que al spa, que con el nutriólogo, que a pegarle al Ozempic, para regresar en plena forma en, digamos, unos cuatro meses. Se les extrañará, pero no podemos arriesgar el que, con amplias diferencias, es el más valioso de los recursos de nuestro movimiento: el humano. Esos intelectos privilegiados.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09