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Las dos contiendas fueron laboratorios para Morena y para la Alianza opositora, con miras a las elecciones presidenciales, legislativas y de nueve gubernaturas
00:03 domingo 11 junio, 2023
ColaboradoresSin mayores sorpresas, pero con algunos sorprendidos, transcurrieron las jornadas electorales en Coahuila y el Estado de México. Ganaron los favoritos, no hay impugnaciones mayores y todo indica que ninguno de los dos se va a tribunales, una buena noticia por donde se le vea. Las encuestas fueron bastante acertadas en el caso de Coahuila, donde el candidato de la alianza PRI/PAN/PRD arrasó; no así en el Estado de México, donde Morena/PT/Partido Verde ganaron cómodamente, pero no con el margen que le daban muchas encuestas previas y de salida. Las dos contiendas fueron laboratorios para Morena y para la Alianza opositora, con miras a las elecciones presidenciales, legislativas y de nueve gubernaturas, incluida la Ciudad de México. Empiezo por Coahuila, porque ahí el experimento morenista de la encuesta interna se enredó, provocó una división y deserción, y dejó a su candidato a más de 30 puntos del ganador. El morenista Armando Guadiana parecía salido de una caricatura del gran Rius, el prototipo del viejo cacique priista. Su vocación minera y su afición taurina lo hicieron inaceptable (es un decir, pero ese fue el pretexto) para el partido Verde, mientras que el Partido del Trabajo acogió al rebelde morenista, Ricardo Mejía. El que ambos partidos satélites se retractaran de sus candidaturas unos días antes de la elección solo sirvió para subrayar el fiasco morenista en la entidad, y las fragilidades y limitaciones de su mecanismo de encuestas internas. No obstante la victoria de su candidato, la Alianza opositora deberá medirse en sus festejos coahuilenses: el PRD está en riesgo de perder el registro y el PAN apenas logró una séptima parte de los votos del PRI. Más le vale al PRI saborear esa victoria, porque lo amargo del resultado en el Edomex no se les quitará pronto. No solamente perdieron frente a la misma candidata que hace seis años los obligó a recurrir a una elección de Estado para ganarle (misma estrategia que ahora critican), sino que les arrebató la joya de la corona: el estado con mayor padrón electoral y política y económicamente más relevante después de la CDMX. La dinastía priista —y la de la familia Del Mazo— llegaron a su fin. Dos cosas resaltan de la elección mexiquense: el nulo impacto de las campañas de promoción del voto de la Alianza (la participación apenas roza 50 por ciento) y la baja votación panista, apenas un 11.2 por ciento, frente a 28.1 por ciento del PRI y 35.1 por ciento de Morena. ¿Resultó un mito el “corredor azul”? ¿O tuvimos razón todos los que señalamos que sería muy difícil movilizar el voto panista a favor de una priista? Mención aparte merecen las absurdas (e ilegales) proclamaciones anticipadas de victoria de ambos bandos en el Edomex, especialmente las aliancistas, por falsas. Y la falta de respeto a su propia candidata, al colocarla frente a un micrófono para cantar victoria poco después del cierre de casillas, pinta de cuerpo entero a la dirigencia priista. Quedan en evidencia rumbo al 24. POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
@GABRIELGUERRAC