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Publiqué aquí unas líneas sobre los intelectuales a modo y la 4T, “Los tragasapos y los tiranos”, que recibió algunas objeciones que vale la pena comentar
23:39 domingo 30 enero, 2022
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Publiqué aquí unas líneas sobre los intelectuales a modo y la 4T, “Los tragasapos y los tiranos”, que recibió algunas objeciones que vale la pena comentar, por un motivo: son merecidas. Recomiendo en aquella columna leer algunos libros clave sobre las relaciones entre los intelectuales y las diversas formas del autoritarismo del siglo pasado, lecturas que pueden ayudar a entender las relaciones bochornosas de ciertos intelectuales y el obradorismo… Con algunos peros. Uno es que la nómina de intelectuales seducidos por autócratas y totalitarismos en el XX es abrumadora, mientras que –y ahí es donde me gané las objeciones– la 4T trae una alineación bastante piñata, con los restos de Lorenzo Meyer (que tampoco es que antes exhibiera una brillantez enceguecedora, ¿eh?), Salmerón y un par más. La primera objeción es de Aurelio Asiain, que me recuerda el entusiasmo obradorista en tantísimos poetas y narradores, y hablamos de poetas y narradores con prestigio, que suman muchas becas y muchos premios. Y vaya entusiasmo, que habrá tenido mucho que ver con las promesas de ríos de dinero para “el sector”, pero también con esa rara proclividad a la fe, que, añadiría, no solo les pegó a ellos. ¿Se acuerdan de esas estrellas de la pantalla que no paraban de invitar al voto, que iban a las giras, que celebraron en el Zócalo? ¿Qué tal los músicos con esos videos que uuups? La segunda objeción viene de Jorge Javier Romero y de José Antonio Aguilar, que conocen bien lo exaltado y extendido del cuatroteísmo en la academia, academia que, las cosas como son, no atinó a ver, en demasiados casos, la propensiones anti intelectuales y autoritarias del presidente, francamente no muy discretas. Mis afirmaciones vienen de dos lugares, y debí aclararlo. Primero, de una noción bastante acotada de lo que es un intelectual. Sin entrar en detalles, pienso en el “intelectual público”, una categoría que, en efecto, incluye a muchos de esos escritores y universitarios, aunque no a todos. Enseguida, vienen del hecho de que muchas de esas voces han optado últimamente por el silencio, para dejarle el escenario a los locos, los desesperados y los cínicos. Normal. Es difícil aplaudir el desastre general en que vivimos, y particularmente el desastre que han hecho con las universidades, entre lo del CIDE y los insultos al Tec, el ITAM, la UNAM; o los recortes salvajes a Cultura, mucho más graves que con Peña, que no era que digamos un Medici del Edomex; o la desaparición de fideicomisos, una buena manera de administrar a placer los recursos, y por tanto las voluntades. Desde luego, ese silencio se extiende, con excepciones, a la crítica, del régimen y de las decisiones propias. Pero, y vuelvo a los clásicos sobre los tragasapos y los poderosos, pago 80/20 a que nos vamos a quedar con las ganas. JULIO PATÁN COLUMNISTA @JULIOPATAN09