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A la luz de la evidencia, ¿no habría nada que mejorar en la política de transferencias en efectivo?
00:10 miércoles 20 agosto, 2025
ColaboradoresDetecto varias oportunidades de aprendizaje en el debate a propósito de la disminución de la pobreza. Estoy casi seguro de que no vamos a aprovecharlas, de que salvo honrosas excepciones el debate seguirá viciándose –como apunté la semana pasada–, entre el negacionismo opositor y el triunfalismo oficialista. Ojalá me equivoque. En cualquier caso, vale la pena dejarlas anotadas, aunque sea sólo como registro de un “camino no elegido”.
Para empezar, los resultados observados contradicen lo que sostuvo la ortodoxia económica durante los últimos treinta y tantos años: que subir el salario mínimo sería contraproducente por su repercusión inflacionaria. Eso, simple y sencillamente, no ocurrió. ¿Por qué? He aquí una oportunidad de genuina pedagogía pública. Si en sus orígenes el control del salario mínimo fue parte del llamado “Pacto de Solidaridad” (1987) para hacer frente a una severa crisis, ¿por qué esa medida, entonces de emergencia, se mantuvo por tantas décadas después? ¿Y a qué costo en términos de bienestar social? La tecnocracia neoliberal le debe a los mexicanos, la verdad, muchas explicaciones.
Pero esa exigencia de explicaciones corta igualmente por el otro lado. ¿Cómo es que durante el sexenio pasado la economía mexicana prácticamente no creció? ¿A qué se debe la caída tan pronunciada en materia de acceso a los servicios de salud? ¿Algo que decir sobre la cantidad de homicidios y desapariciones acumulada entre fines de 2018 y 2024? ¿De verdad se sostiene empíricamente el alegato de que todo lo bueno se debe a las decisiones de López Obrador y todo lo malo a las herencias del pasado o al “shock externo” de la pandemia? Hay multitud de preguntas –no inspiradas por la malquerencia, sino basadas en datos oficiales–, a las que el obradorismo también debería responder.
Otro tanto cabe decir sobre la política social y su aporte, mucho menor que el del aumento en el ingreso laboral, a la reducción de la pobreza. A la luz de la evidencia, ¿no habría algo que discutir, corregir o mejorar en la apuesta gubernamental por las transferencias en efectivo? The Economist publicó hace apenas semanas un artículo aseverando que el impacto económico de dichos programas no justifica la cantidad de recursos que se les destina (según el semanario, esas ayudas le sirven mucho más a Morena que a los pobres). Entiendo que políticamente pueden ser muy redituables, pero desde un punto de vista ético: ¿eso es válido, es aceptable?
Por último, está la cuestión de los límites de la propia política salarial. Diversas voces lo han advertido desde hace tiempo, incluso desde la franca simpatía con el obradorismo: el margen disponible para seguir subiendo el salario mínimo se irá estrechando y su efecto, en consecuencia, tenderá a disminuir. De ser así, ¿qué sigue?
POR CARLOS BRAVO REGIDOR
COLABORADOR
@carlosbravoreg