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Una crítica a la política de presión arancelaria de EE.UU., revelando cómo México ha aprendido a jugar fuerte y dejar claro que no se trata de un simple juego de poder
00:03 viernes 15 noviembre, 2024
ColaboradoresLa reciente advertencia de Donald Trump de imponer un arancel del 25% a los productos mexicanos si el país no controla el flujo migratorio hacia Estados Unidos, vuelve a encender las tensiones entre ambas naciones. México, con Marcelo Ebrard al frente de la Secretaría de Economía, tiene claro que el país no se va a dejar intimidar... La posición de Ebrard es contundente: si EE.UU. sube los aranceles, México responderá de manera equivalente. Desde que se firmó el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la economía mexicana se ha estrechado aún más con la de EE.UU., convirtiéndose en su segundo socio comercial más importante, solo detrás de China. En 2022, el comercio bilateral entre ambos países alcanzó los $779 mil millones de dólares, un número que refleja la interdependencia que va más allá de simples bienes de consumo. La manufactura, la industria automotriz, los productos agrícolas y hasta la energía son rubros en los que ambos países se benefician mutuamente. Para EE.UU., México es una fuente clave de insumos que permiten mantener sus precios competitivos; cualquier arancel alto no solo afectaría a México, sino que encarecería productos para el consumidor estadounidense, impulsando una inflación que los propios economistas de la Reserva Federal han advertido que sería dañina. Imponer aranceles no es una amenaza nueva de Trump. Durante su primera administración, entre 2018 y 2019, la aplicación de impuestos a las importaciones de acero y aluminio mexicano afectó profundamente a varias industrias de ambos lados de la frontera. México respondió con aranceles de represalia que impactaron productos agrícolas estadounidenses como el maíz y la carne de cerdo, lo que generó presión en los productores de EE.UU. y llevó a un costo de aproximadamente $3.3 mil millones en exportaciones perdidas para sus agricultores. Las amenazas de aranceles suelen reflejar el intento de Trump de usar la economía como herramienta para abordar otros temas, como la migración. En un contexto de globalización y con cadenas de suministro profundamente integradas, estas medidas son contraproducentes, especialmente para Estados Unidos, donde los consumidores están ya lidiando con un incremento del costo de vida. México cuenta con una estrategia de diversificación comercial que le permite buscar otros socios en caso de que el comercio con EE.UU. se vea afectado. Desde hace años, se ha impulsado la Alianza del Pacífico, que incluye a países como Chile, Colombia y Perú, y se están fortaleciendo las relaciones comerciales con la Unión Europea y el mercado asiático. Además, el T-MEC ofrece mecanismos de resolución de controversias, permitiendo a México llevar las disputas a un arbitraje internacional en lugar de aceptar presiones unilaterales. La respuesta de Ebrard, en la que subraya que México no permitirá que EE.UU. le imponga condiciones injustas, es un reflejo de un cambio en la actitud mexicana frente a su vecino del norte. No seré un precursor del gobierno mexicano actual, pero en esta ocasión, aplaudo y valoro la posición y cordura de “no dejarse”, poniendo al copetudo engreído en su justo lugar. Durante décadas, México ha jugado el papel de socio sumiso en aras de la estabilidad económica, pero hoy, con una economía más robusta y alternativas comerciales en expansión, el país tiene más opciones para defender sus intereses. La imposición de un arancel del 25% afectaría directamente a varios sectores clave en México y EE.UU. En México, la industria automotriz podría experimentar una caída en sus exportaciones, afectando a un sector que emplea a millones de mexicanos y es uno de los mayores contribuyentes al PIB nacional. Por su parte, EE.UU. también vería afectada su economía: la industria automotriz estadounidense depende de piezas mexicanas y su falta implicaría costos más altos y posibles desabastos. En términos económicos, el impacto de estos aranceles podría traducirse en un aumento de precios en sectores como la agricultura, tecnología, y manufactura de ambos países. Incluso, un estudio de la Universidad de California, Davis, estimó que la guerra comercial iniciada por Trump durante su primer mandato costó a la economía estadounidense hasta $7.8 mil millones de dólares en términos de aumento de costos y reducción de competitividad. En la práctica, aplicar aranceles afecta directamente a las economías de ambas naciones. México no solo es un socio comercial; es una nación que ha demostrado resiliencia y capacidad de respuesta ante presiones externas. La posición de Marcelo Ebrard refleja una política exterior madura que entiende la importancia de preservar la soberanía y el respeto en las relaciones internacionales. En palabras de Ebrard, "no nos vamos a dejar intimidar". Para México, no se trata solo de economía, sino de dignidad y autonomía. Esta situación subraya la importancia de ver a México no como un país dependiente, sino como un socio económico fuerte y digno de respeto. La economía mexicana cuenta con opciones viables que le permiten enfrentar las tensiones con EE.UU. sin comprometer sus valores ni su crecimiento. La postura de México es clara: ante las amenazas y presiones, habrá una respuesta firme que salvaguarde los intereses nacionales. Si Trump busca imponer aranceles, encontrará a un México que no solo defenderá sus industrias y su economía, sino también su honor como nación. #GlobalMedia #Economia #México #T-MEC SOBRE LA FIRMA
Columnista en #Globalmedia desde el 2018
Escribe sobre economía y política nacional e internacional.
Economista, Doctor en Adminstración con experiencia en Mercados Financieros