El filial del Barcelona desciende a Segunda RFEF tras una temporada nefasta. Es cierto que durante unos minutos soñaron con el milagro, porque un gol en el 89 les daba el triunfo y casi la salvación, pero otro gol en otro estadio de uno de su rivales, Osasuna Promesas, dio al traste con sus sueños y les condenó a un descenso que estaba cantado durante toda la temporada. Al final, todos se acuerdan de Rafa Márquez en el conjunto español. Con él en el banquillo, el Barça Atlètic jugó la fase de ascenso y se quedó a un paso de llegar a Segunda divisón. Este año, en cambio, ha sido un fracaso y deja al club en una situación delicada, ya que caer una categoría supone que muchos de sus jóvenes futbolistas con proyección posiblemente tengan que salir del club con otro destino, ya sea cedidos o traspasados. Ahora son muchos los que analizan las posibles causas. Claro que ha influido que Flick haya subido a algunos de los jóvenes que estaban en principio en el filial y también las lesiones que se han cebado con la plantilla, pero también que no han encontrado a un entrenador que sepa sacarle el máximo rendimiento a los futbolistas, todos con calidad, pero muy inexpertos. Y aquí es donde entra el papel que desarrolló Rafa Márquez, que fue en esos dos años una figura fundamental para que el filial azulgrana hiciera un gran fútbol y cumpliera con creces los objetivos marcados, por eso la salida del Káiser dejó un vacío en el Barça Atlètic que no han podido llenar desde el club.  Quizá muchos no valoraron al mexicano como debían e incluso se mofaron de él cuando se postuló para suceder a Xavi, pero el tiempo le ha dado la razón y el Barcelona ha pagado, y muy caro, la marcha de Márquez. Con información de MARCA