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Es un error garrafal interpretar que Trump tiene una disposición amistosa hacia México
00:02 miércoles 9 abril, 2025
ColaboradoresDurante los últimos meses se ha puesto de moda en la conversación pública el afán de encontrar “buenas noticias” para México provenientes de Estados Unidos. Entiendo que en un entorno de tanta incertidumbre de pronto sea necesario buscar algún resquicio de esperanza. Me temo, sin embargo, que ese forzado optimismo luce cada vez más inverosímil. Lejos de ofrecer perspectiva o brindar tranquilidad, ya empieza a provocar risa nerviosa.
Es un poco como el meme aquel del perrito que está cómodamente sentado en un comedor, tomando una taza de café, mientras la casa a su alrededor arde en llamas. Tiene la mirada perdida, como si estuviera haciendo el esfuerzo de no cobrar conciencia del peligro, tal vez su circunstancia es tan terrible que está en negación, o quizá la suya es una estoica resignación frente a un incendio que no puede apagar ni del que tampoco puede escapar. Sea lo que sea, el perrito sonríe y pronuncia tres palabras “this is fine” (todo está bien). Aquí se puede ver la imagen: https://rb.gy/vmdat2
No desestimo el hecho de que la guerra arancelaria de Trump tiene impactos diferenciados, de que no es lo mismo un 46% de arancel nacional, como el que le impuso a Vietnam, que un 25% de arancel sectorial (al acero, el aluminio y los automotores), como el que le impuso a México. Tampoco regateo el hecho de que, en estricto sentido, esos impactos diferenciados pueden traducirse en ventajas competitivas. En fin, entiendo esos matices y por qué, en términos comparativos, es posible decir que “no nos fue tan mal”.
El problema es que esa es una visión muy limitada del escenario. Al concentrarse exclusivamente en los golpes arancelarios a nivel nacional pierde de vista el veneno económico de la incertidumbre a nivel sistémico. Las nuevas reglas podrán implicar distintas magnitudes de daño específico para uno u otro país, pero cambios tan drásticos y repentinos ponen la credibilidad general de las reglas muy en entredicho. Ya no hay un marco normativo estable de referencia, todo depende del humor en el que amanezca la Casa Blanca. Hoy pueden ser unas tarifas, mañana otras, etcétera.
Y sucede, además, que mientras el mundo reacciona y poco a poco se reorganiza a partir de la desconfianza que inspiran las decisiones de Trump, a México no parece quedarle de otra más que aferrarse a su tratado de libre comercio con un Estados Unidos cuyo presidente ganó las elecciones prometiendo explícitamente más proteccionismo, no más integración. Frente al bully que causa tanta disrupción y que el mundo repudia, que a tiro por viaje amenaza con aranceles, deportaciones o intervención, los optimistas celebran porque podría ser peor.
Perdón, pero ¿en dónde hay que tener metida la cabeza para pensar que ahí hay “buenas noticias?”.
AVISO. Esta columna baja la cortina por vacaciones. Volvemos en mayo.
POR CARLOS BRAVO REGIDOR
COLABORADOR
@carlosbravoreg