El rostro más visible de la industria del boxeo ya no se conforma con las luces de Las Vegas ni con el orgullo nacionalista de pelear en casa. A sus 34 años y cerca de cumplir dos décadas como peleador profesional, Saúl Canelo Álvarez decidió abrir su mapa. El sábado por la noche, en el corazón del desierto saudí, el tapatío dejará una huella que va más allá del cuadrilátero: convertirá su puño en pasaporte y su nombre en franquicia internacional. Con 66 peleas en su hoja de estadísticas, 26 de ellas con título en disputa, y el respaldo de un contrato de 400 millones de dólares que le otorgó Riyadh Season, Canelo sube al ring de la ANB Arena de Arabia Saudita con un objetivo más amplio que el simple cinturón de campeón. El combate contra el invicto cubano William Scull —en disputa los cuatro títulos principales del peso supermediano— es el prólogo de una gira que busca consolidar su legado con geografía. “Me encantaría hacer una gira mundial. Londres y Japón están en mi lista. El Tokyo Dome es un sueño. Pero creo que lo de Londres puede pasar muy pronto”, declaró Álvarez a la revista The Ring, que el año pasado fue adquirida por el mismo grupo empresarial que firmó al mexicano por cuatro batallas. PRÓXIMO RIVAL DEL ‘CANELO’ La mesa ya está parcialmente servida. El nombre que asoma como siguiente rival es Chris Eubank Jr., quien el fin pasado se recompuso del escándalo con Conor Benn con una actuación redentora en el Tottenham Hotspur Stadium. Una revancha entre ellos está pactada, pero la posibilidad de una pelea posterior ante Canelo en Wembley se empieza a maquilar. Álvarez ha vencido a ocho británicos en sus 20 años de carrera “bueno, entonces serán nueve”, señaló cuando le cuestionaron por su creciente rivalidad con peleadores de la isla.  Desde 2011, Álvarez ha derrotado a una alineación entera de boxeadores británicos: Matthew Hatton, Ryan Rhodes, Amir Khan, Liam Smith, Ricky Fielding, Callum Smith, Billy Joe Saunders y John Ryder. Todos con un estilo, todos con una historia, todos con un final común. Si hay algo que Canelo ha sabido resolver a lo largo de los años, es el código genético del boxeo británico. Pero lo de Arabia Saudita representa otra cosa. Es el primer combate de su carrera que no se lleva a cabo ni en México ni en Estados Unidos. Es su presentación en Oriente Medio, y no por capricho ni simple turismo deportivo. Es parte de una estrategia que mezcla lo financiero con lo simbólico. Ya no basta le basta con ser campeón indiscutible, quiere ser el embajador del deporte. Ayer en la conferencia final previo al combate lo dejó claro “estoy feliz de pelear en Arabia, otro reto cumplido en mi carrera”. Su rival, William Scull, no es condecorado. Es el actual monarca de la FIB, invicto y con hambre de escena. El cubano es el tipo de amenaza que no concede treguas. Pero Canelo está acostumbrado a cruzar esa clase de incendios y también a echar gasolina al fuego cuando la promoción lo necesita. “Dice que me va a comer, pero lo único que va a comer es esto”, dijo Canelo, levantando el puño cerrado. Álvarez viajó con tres semanas de anticipación para aclimatarse a las condiciones que enfrentará: calor y pelear a las 6 de la mañana local. “Canelo puede pelear a las 6 de la mañana o a cualquier hora. Tiene mucha disciplina y por eso es el campeón”, declaró su manager Eddy Reynoso. Canelo sabe lo que está en juego. No sólo títulos. No sólo su legado. Quiere conquistar el mundo con sus puños. FUENTE: EXCELSIOR