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Vicente Fernández y la cultura popular: de los palenques a la “Plaza México”
07:27 viernes 17 diciembre, 2021
Colaboradores“La Tlacuacha”, S. L. P., a 17 de diciembre de 2021
MTRO. JORGE CARMONA CRUZ
GRAN JURISTA POTOSINO Y GRAN ADMIRADOR DE VICENTE FERNANDEZ
PRESENTE.-
Querido abogado, sabedor de su conocimiento de la ciencia jurídica sobre todo en lo laboral. Como universitario -dueño pues de sensibilidad mayor si cabe- quiero compartir este breve comentario de la trayectoria de quien también se es su ídolo, abrazándolo pues ante esta triste perdida, no solo para Usted sino para miles, millones de mexicanos. Por lo que quien mejor que usted podrá entonces calificar este comentario sobre la vida -brevísima de mi parte- de un nombre como Vicente Fernández en nuestra historia contemporánea:
No sé si este de acuerdo, que no se puede hablar de la cultura popular de nuestro país sin citar al hombre, nombre del nacido allá Huentitán, en Guadalajara, Jalisco en 1940. Entendiendo a la cultura como aquellos elementos que le dan vida y forma a una sociedad, en este caso su música: la música mexicana.
El México de los años 60´s sucumbía entre la rebeldía de cambios generacionales. De un pueblo que caminaba del campo a la ciudad y les levantaba la mano a las autoridades -empezando por las de casa-, pero que nunca perdió en su música ranchera el simbolismo de toda su majestad.
Es Negrete, Infante, Solís y José Alfredo quienes enarbolan esa grandeza musical y el joven Vicente, encuentra en su recuerdo la inspiración para sucederles en el trono máximo y convertirse así en el “Rey de la Música Ranchera”.
Es 1966 y con su primer contrato en la CBS México, su meteórica carrera no paro.
Mas de 80 producciones discográficas, más de 70 millones de discos vendidos y una treintena de películas. Sin que sea necesario citar el número de sus premios y condecoraciones, pues bastó entonces -y desde esa fecha-, el solo conjuro de su nombre para reconocer al gran ídolo que México elevó a la fama y al aplauso máximo. Fama que no perdió ni con las clases populares –“su pueblo”, como él le llamaba- hasta con los potentados adinerados.
Así es entonces que en 1972 viene su arribo al Olimpo musical mexicano. Éxito que le coloco en la fama mundial, no solamente como un intérprete de la música ranchera, sino como el máximo exponente de la música mexicana: “Volver, volver”.
Del maestro potosino Fernando Z. Maldonado, junto a “Las llaves de mi alma”, “Ni en defensa propia”, “La ley del monte”, “Que te vaya bonito”, “El Arracadas”, “De que manera te olvido”, “Por tu maldito amor”, “La muerte de un gallero”, “Las botas de charro”, “Hoy platique con mi gallo”, “Se vende un caballo, “Que sepan todos”, “Lastima que seas ajena”, “Me voy a quitar de en medio”, “Acá entre nos” o “Mujeres divinas”. De Federico Méndez, Ángel Espinosa “Ferrusquilla”, de José Alfredo o Martin Urieta; o desde la picara “Tacos al carbón”, sin olvidar “El arracadas” o “El tahúr” o “El sinvergüenza”, son el pequeño recuerdo imborrable de sus inmensas tarjetas de presentación, canciones que canto, artistas a los que les interpreto o películas que inmortalizo en más de 50 años de trayectoria.
Trayectoria artística que vio su gran y obligada presentación en un escenario mayor.
Ya no podían ser solo los programas de televisión como “Siempre en Domingo” o pequeños palenques de ferias anuales de no más de 3 personas como San Luis o Aguascalientes.
La apuesta fue mayor: la plaza de toros más grande del mundo.
Es 1984 y con poco más de 20 años de trayectoria, Vicente Fernández logra que más de 45 mil espectadores entonen sus canciones.
Es su consagración definitiva. En la Plaza México, uno de los máximos recintos públicos de nuestro país, logrando colocarse como la máxima figura de la música mexicana. Es “Un Mexicano en la México”.
Y a raíz de este tipo de eventos y la gran proyección de sus figuras y nombres como luminarias de Palenques en las pueblerinas o metropolitanas ferias, son a Juan Gabriel y a Vicente Fernández, dos figuras indiscutibles del espectáculo público mexicano, a quienes México mismo les debe la amplitud de escenarios en recintos feriales. De aquellos rústicos redondeles a grandes y modernos palenques donde se diera cabida a la inmensa cantidad de seguidores.
Entrados los años 90´s y hasta su retiro definitivo de los escenarios con “Un azteca en el azteca” en 2016, Vicente supo sortear y acoplarse a los cambios generacionales, en donde los de hogaño cantaban igual sus éxitos como los de antaño. Vicente supo seguir siendo el ídolo de las nuevas multitudes del siglo XXI como lo fue de aquellos amantes de la música ranchera de mediados del siglo XX.
Es pues que entonces su idolatría rebasa el gusto por un especifico género musical.
Vicente Fernández es la música mexicana. Es el representante de sus raíces y la continuidad de su bravía forma de incitar al amor o al dolor desde la guitarra y el aire campirano.
Amor que el público mexicano le seguirá tributando mientras se canten sus canciones. Como él decía: “Mientras ustedes no dejen de aplaudir, su Chente no deja de cantar”.
Y porque sin duda le seguiremos aplaudiendo, es el gran Vicente Fernández.
Su alumno,
Gustavo I. Robledo Guillén