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Las elecciones parlamentarias en Alemania y el tercer aniversario del inicio de la invasión rusa a Ucrania ponen de manifiesto lo difícil que es ser un europeo demócrata, liberal y comprometido con los valores de la unidad europea y de la alianza transatlántica
00:02 miércoles 26 febrero, 2025
ColaboradoresLas elecciones parlamentarias en Alemania y el tercer aniversario del inicio de la invasión rusa a Ucrania ponen de manifiesto lo difícil que es ser un europeo demócrata, liberal y comprometido con los valores de la unidad europea y de la alianza transatlántica en estos tiempos tan revueltos y complicados.
Comencemos por Alemania, donde el domingo la gente salió a votar por un cambio, mismo que será menos radical del que podría pensarse: no obstante, su primer lugar en la votación, la conservadora Unión Cristiano Demócrata apenas alcanzó el 28.5% de los votos, por lo que tendrá que formar una coalición con el saliente partido Socialdemócrata, que obtuvo un 16.4% de la votación. Para la democracia cristiana es el segundo peor resultado de la historia, mientras que para la socialdemocracia es el peor desde 1887. Un tercer partido de los tradicionales, el Liberal, no alcanzó el umbral necesario de votos, por lo que quedó fuera del próximo parlamento.
Este declive de los partidos tradicionales viene acompañado de un fenómeno que, en Alemania, pone los pelos de punta a muchos: la creciente popularidad del partido Alternativa por Alemania (AfD), de extrema derecha y notorias simpatías neonazis, duplicó su porcentaje de votación y quedó en segundo lugar general, con más del 20%. Solo gracias a la “muralla de fuego” impuesta por los partidos predominantes es que no pueden ser considerados para formar una coalición de gobierno, hecho que los margina, por un lado, pero alimenta su atractivo para todo un sector de la población que compra su discurso antiinmigración, antieuropeo y pro ruso.
El colapso del centro se da, también, por el creciente atractivo de un partido de izquierda, Die Linke, que hasta hace poco parecía marginal pero que alcanzó su mejor resultado histórico: 8.8% en un país que tendría muchas razones para oponerse a los que algunos consideran los herederos de la extinta Alemania Socialista.
Si el que los partidos en los polos alcancen casi una tercera parte de los votos emitidos es preocupante, lo es más cuando vemos que entre votantes jóvenes la mitad optó por derecha o izquierda extremas, con interesantes divergencias de género: la mayoría de las mujeres jóvenes vota por la izquierda, al contrario de los hombres que se inclinan por la AfD.
Todo esto sucede en el marco del violento giro que ha dado Donald Trump a las posturas tradicionales de EEUU para con sus aliados europeos: desde el descarado apoyo de Trump, Vance y Musk a la AfD hasta el abandono de la causa ucraniana, hoy los gobiernos europeos se preguntarán, y con toda razón, si los estadounidenses son aliados confiables o, incluso, si se les puede seguir considerando aliados.
Prueba de ello el voto estadounidense en la Asamblea General de la ONU, en contra de una resolución pidiendo el cese de hostilidades, el retiro de las tropas rusas y calificando a Rusia como el agresor e iniciador de este conflicto.
Porque, con amigos así, ni quien necesite enemigos.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
@GABRIELGUERRAC