Vínculo copiado
Un grito morado
00:02 lunes 11 marzo, 2024
ColaboradoresEl grito y presencia sigue aumentando de tono y volumen.
No solamente el morado que tiñó las calles del primer cuadro potosino, sino las miles de voces que prorrumpían en gritos de justicia y seguridad para las mujeres que han sido, que son y que seguirán siendo víctimas de violencia.
No es casual que el recorrido tome rutas y lugares significativos para ellas.
No porque sean parte de un recuerdo agradable. Al contrario.
Las oficinas de la Fiscalía en Eje Vial, la Plaza de Armas y las sedes del Poder gubernamental y religioso y el Edificio Central, símbolo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Las pintas, los vidrios rotos y el daño a sus puertas y muros, significan más que una protesta anual para que les hagan caso. Si así fuera, diario amanecerían destruidas sus instalaciones.
Es el reproche, en el Día Internacional de la Mujer, a esas entidades que han ignorado -por años, por siglos- actos, hechos, acosos, violencia y muertes derivadas de la enfermiza sensación que sienten algunos de superioridad frente a lo que se le llamo “el sexo débil”. El grito morado señala -no solamente el 8M, pero sí desde hace años- a la Fiscalía y su burocratismo incapaz; al Gobierno Estatal y sus nulas políticas públicas encaminadas a erradicar la violencia a la mujer así como a no actuar dentro de la garantía de protección y seguridad; a la Iglesia católica por su eterno encubrimiento a sacerdotes acosadores; y a la UASLP por su desdén insensible y tolerante a señalamientos constantes de maestros y alumnos acosadores.
El grito de ellas seguirá subiendo de tono conforme los años pasen y las instituciones cuya obligación es garantizar seguridad y justicia sigan como están. Hasta hoy, que se den por bien reclamados en sus edificios cerrados y tapiados con láminas y maderas.
Mientras más protejan sus instalaciones, más están representando el temor a la reacción frente a su omisión y nula solución a lo que en sus escritorios diariamente deben resolver a favor de las víctimas. Mañana quien sabe.