Administraciones nuevas como Axtla de Terrazas o Cedral denunciaron que sus antecesores “se llevaron hasta los lapiceros”. Es risible, pero no es de presumir, que haya funcionarios públicos que dejan sus cargos y por hambriados -que no es lo mismo que por hambre- se lleven bienes que no les pertenecen. Lo menos es un bolígrafo. Municipalidades como Axtla, por ejemplo, no tiene las mismas circunstancias económicas que Cedral. Este último vive mucho de familias que se movieron al norte del país, pero que siguen tocando e invirtiendo en el terruño. El municipio huasteco muy apenas sobrevive y todavía desmantelarlo. La solución, sencilla: denuncias, seguimiento y resultados ante y con autoridades competentes para dar con los responsables. Saben dónde viven y qué hacen. Si de verdad van a denunciar que se llevaron hasta los lapiceros que no solo sean en las mesas de café. De lo contrario que ni digan nada.