Primero son los malos conductores de taxis con sus espectáculos bélicos por ganar clientes contra las plataformas como Uber.

Y ahora, son los camioneros que llevan y traen pasajeros rumbo a la FENAPO.

Se evidencia una práctica tan nefasta como el servicio mismo, abuso en el cobro base: $11.50.

Es imposible que la SCT tenga inspectores para cada taxi o cada camión urbano. Pero lo que sí es posible es aplicar sanciones para que de verdad los concesionarios piensen dos veces en la contratación de sus chóferes: desde amonestaciones hasta el retiro de ellas.

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El trágico accidente suscitado ayer en la feria tiene dos páginas:

Si se trató de un suicidio, solo una persona sabe las razones y es responsable. Hasta ahí.

Pero si fue un accidente entonces deben de prender en fotos graves y rojos las alertas en las empresas que se contratan para prestar servicios en actos y eventos masivos.

La responsabilidad es compartida: el gobierno estatal y la empresa privada.