Fuera del rostro conocido de Xóchitl ayer -o el de Claudia cuando vuelva a venir a San Luis Potosí- las demás caras de la mayoría de las y los candidatos federales se antojan, no desconocidos solamente, sino de pronóstico reservado.

Y no nos referimos a lo físico. Los partidos políticos disfrazan sus “cambios que la sociedad exige” en “rostros nuevos”. El tema es que abusan. La sociedad sí exige cambios generacionales en la clase política. Pero que dignifiquen a la clase política misma. Esos rostros nuevos, desafortunadamente, son eso: rostros. Fuera de los que ya han tenido una experiencia legislativa, política o en la iniciativa privada, esperemos que los perfiles a las diputaciones locales y federales de la coalición Fuerza y Corazón por México cumplan con decoro la función que, si ganan, van a desempeñar.