REALITIES SE QUEDAN CORTOS. Lo de ayer en el Congreso del Estado fue un vergonzoso espectáculo digno de “rating barato”, no de representación. El diputado Carlos Arreola, de Morena, volvió a hacer de la tribuna su propio foro personal. Entre gritos, señalamientos y frases ensayadas, el legislador protagonizó un intercambio con la diputada priísta Frinné Azuara, tras discutir sobre el reciente y muy lamentable homicidio del alcalde de Uruapan. Pero, más que un debate sobre la violencia, lo que vimos fue otro episodio del reality político que el diputado transmite desde la curul cada que quiere y tiene oportunidad.

No es la primera vez que Arreola busca reflector. En los últimos días ha tenido roces con activistas y asociaciones civiles que, en lugar de recibir respuestas, obtienen descalificaciones. Su discurso de “trabajo desde abajo” se contradice con su llegada por la vía plurinominal. Mientras tanto, en el partido guinda local ya se escuchan suspiros de hartazgo; y es que la paciencia interna se agota cuando los egos están pesando más que las propuestas y los resultados.

AL PLENO SE LE QUITÓ RESPETO. La tribuna no debería ser un escenario de egos, sino un espacio para construir acuerdos y consensos para toda la ciudadanía. Cada minuto perdido en el show es tiempo que se deja de invertir en seguridad, infraestructura o leyes que realmente importan y sirvan. Pero parece que alguien prefiere los aplausos a las soluciones. La pregunta es: ¿Cuánto más le seguirán faltando el respeto a las y los ciudadanos con este teatro sin libreto ni propósito?

¡Hasta mañana!